Con la exposición Le fabuleux destin... es para descubrir una verdadera serie épica que el Musée des Beaux-Arts de Rennes invita a sus visitantes.

La historia comienza en Francia en la Revolución con la nacionalización de la propiedad del clero. Tras el cierre de los lugares de culto, una inmensa cantidad de obras de arte, recogidas por la Iglesia durante varios siglos, son retiradas de su lugar de origen y dispersadas. Naturalmente, es de las ricas iglesias de París e Île-de-France que se extraen miles de obras. Este inmenso patrimonio está experimentando diversos cambios. Una gran parte de las obras maestras están destinadas a ser expuestas en los museos recientemente creados por la República en todo el país. Así, una decena de pinturas de iglesias parisinas fueron enviadas al museo de Rennes en 1801 y 1811.
Después de esta primera selección, un gran número de pinturas se venden antes de que se pierdan. Entre estos últimos, 180 pinturas adquiridas por un abad llamado Philippe Desjardins, llegaron a la ciudad de Quebec después de un largo y exitoso viaje en barco y trineo. Las pinturas están destinadas a la venta. El abad pensó entonces que haría un buen negocio y un buen trabajo con esta operación comercial, cuya finalización estuvo a cargo de su hermano Luis, también religioso que vive en la ciudad de Quebec.
Después de haber sufrido el transporte, los lienzos necesitan ser restaurados. La operación se llevará a cabo gracias a artistas aficionados y monjas de buena voluntad. Entonces comenzó la dispersión de las pinturas que salieron a amueblar iglesias por toda la inmensa provincia de Quebec. Rehabilitadas, a veces fuertemente transformadas para adaptarse a su nueva misión, estas obras de arte francesas tendrán una segunda vida en su patria adoptiva donde estarán en el origen de una escuela de pintura pero también de la creación de las primeras instituciones artísticas públicas. La exposición presenta una selección inédita de unos cuarenta cuadros de maestros franceses (Quentin Varin, Simon Vouet, Michel Dorigny, Jean-Jacques Lagrenée...) que no se han visto en Europa desde hace doscientos años.

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