El complejo de Fruška Gora, originalmente una fortaleza húngara, ha sufrido muchos cambios. En un entorno idílico, salpicado de fuentes termales, que entonces pertenecían al monasterio de Ravanica, en las afueras del pueblo, se descubrió una veta de carbón que se explotó hasta 1968 para alimentar una de las principales centrales térmicas de la región (que aún puede verse en el lugar). Hoy en día, el lugar ha sido rehabilitado en un nuevo y gran complejo de balnearios, donde se pueden encontrar sin duda los mejores servicios del país, todo ello con gran lujo y comodidad. Los aficionados están advertidos.

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