Redescubierto en 1933, no se iniciaron los trabajos de conservación hasta 1979. Esta pequeña zona arqueológica está enclavada en el corazón del bosque, lo que hará las delicias de los amantes del silencio y la tranquilidad. Debido a su aislamiento, es relativamente poco visitado, pero merece la pena visitarlo. No descubrirá nada más arquitectónico ni ornamental que en los principales lugares del estilo de Río Bec, pero la tranquilidad no tiene precio... y permite sentir las energías del lugar de forma diferente, sobre todo porque el clima cálido y húmedo ha invitado a la vegetación a cubrir ciertos pasajes. De ti depende explorar esta ventana al inframundo.

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