Guía de viaje Ostende

No hay nada como la experiencia de coger el tren a Ostende, porque nada más salir de la estación aparece la arena fina... ¡o casi! Pasado el barco islandés L'Amandine, sólo hay 2 minutos a pie para tomar el sol en la playa. Y la ciudad costera tiene mucho más que ofrecer Los restaurantes del Quai des Pêcheurs le permitirán saborear todas las delicias del mar con vistas a la lonja y al ir y venir de los barcos pesqueros. Pero en el centro de la ciudad, en el paseo Albert-Ier y en otras zonas menos conocidas, abundan los restaurantes que sirven platos exquisitos. Para salir por la noche, diríjase a Langestraat y sus alrededores, donde encontrará animados cafés, bares y agradables locales nocturnos. Y para los que quieran probar un poco de juego, está por supuesto el casino. En Ostende, la Belle Époque ha sobrevivido en muchos lugares, como la Brasserie du Parc, un edificio digno de ver, donde el estilo Art Déco deleita a los lugareños y seduce a los turistas de paso.En el centro, puede desplazarse en bicicleta o tranvía, desde el museo de historia local hasta el hipódromo Wellington, vestigio de la época del rey Leopoldo II, que hizo famosa la pequeña ciudad costera al convertirla en su lugar de veraneo. Ostende cuenta con no menos de sesenta hoteles, desde hoteles de cuatro estrellas con todas las comodidades hasta pequeños hoteles sencillos que ofrecen un confort básico, pasando por hoteles de gama media. La ciudad también ofrece una amplia oferta de alojamiento para reuniones y seminarios. Por último, en la ciudad junto al mar, a los amantes de la cultura no les faltará de nada: Mu.ZEE, el museo de arte, organiza regularmente exposiciones temáticas que atraen al gran público a la Romestraat. En los días de lluvia, también podrá disfrutar de las siguientes atracciones: el barco de tres mástiles Mercator, el Dominio de Raversijde, elAmandine -el último barco islandés-, el Jardín Japonés y el Fuerte Napoleón.