LE ZINC

Este Zinc es inclasificable. Al igual que el jefe, Alain Dewulf, que está loco por la cocina, Nueva York y los Rolling Stones. La gente acude en masa al mostrador, que está frente a los hornos y se convierte en un teatro en cuanto entra el chef. Ante sus ojos atónitos, se desarrolla un riguroso espectáculo con productos de calidad y una puesta en escena de innegable talento. En el programa, generosos platos de brasserie que rotan según las estaciones. Todo es casero, hasta la mayonesa y el helado. Las reservas son difíciles, pero a Alain no le importa