2024

WADI SHAB

Artesanía natural
4.3/5
7 opiniones

Es uno de los wadis más famosos del sultanato por sus magníficas cuencas de agua dulce de una hermosa esmeralda. Como siempre, se le aconseja tomar precauciones antes de aventurarse a salir. No se aventuren a salir sin un sombrero para el sol, crema solar y por supuesto agua, ya que el calor puede ser abrumador; y sobre todo, comprueben el pronóstico del tiempo para asegurarse de que no se esperan tormentas eléctricas ese día, ya que los riesgos de inundaciones y ahogamientos son reales en los wadis. Para acceder a las piscinas más remotas, primero hay que cruzar a nado el brazo del río o simplemente ir en barco. Algunos chicos proponen este cruce de unos pocos metros. Enfrente, un camino de tierra ahogado en palmeras lleva al corazón del uadi a lo largo del río. Muy rápidamente, el agua desaparece y nos encontramos caminando sobre la roca, entre montañas con paredes escarpadas. Grandes rocas y toques de verdor: un entorno salvaje y bastante magistral, sobre todo cuando el agua vuelve a aparecer, en forma de puntuales cuencas de un verde increíble Las más bellas están en el fondo, a unos 40 minutos a pie por un pseudo sendero que se pierde y se vuelve a encontrar al azar (pero, imposible perderse, ya que uno está, por así decirlo, "atascado" en el lecho seco del río). Después de unos 20 minutos, manténgase a la derecha y suba unos metros siguiendo la cara del acantilado y en particular un oleoducto negro. El camino desciende naturalmente y hay que caminar hasta que se ven algunas construcciones de piedra abandonadas, un poco más arriba, a la izquierda. Más adelante, hay varias piscinas bordeadas de pequeñas playas de guijarros o arena gruesa: un lugar idílico para pasar unas horas. El punto culminante del paseo está ahí. No es realmente un secreto: en círculos informados, todos hablamos de "la famosa cueva del wadi Shab". Pero aún así, si no lo sabes, ¡no puedes encontrarlo! Es nadando para llegar allí, siguiendo las piscinas hasta el fondo, donde la montaña forma una especie de callejón sin salida. Ligeramente a la izquierda, un pasillo de unos pocos metros se ofrece como una muesca, que sólo permite el paso de la cabeza (el resto del cuerpo permanece sumergido, lo que permite progresar mientras se nada). Uno entra en ella con un poco de aprensión, con los ojos clavados en la luz, en el fondo. De repente, la recompensa está ahí: una cueva al aire libre en la que cae una adorable cascada Una cuenca de unos pocos metros de diámetro, pero abismalmente profunda, enclavada en su entorno rocoso.

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