Después de Achadinha, y poco antes de Achada, se llega a un pequeño valle encantador que es imposible perderse. En la curva de la carretera, una soberbia cascada brota a la derecha, sobre todo cuando ha llovido, en medio de un paisaje a la vez salvaje y cortés. A la izquierda de la carretera, cerca de un molino de agua restaurado (las graves inundaciones destruyeron casi todos los 100 molinos del Nordeste en 1986, pero ahora se están restaurando algunos), se desliza tranquilamente una pequeña levada. Es un placer pasear por los parterres de azaleas y pittosporum que la rodean. En el interior, encontrará un hermoso molino de grano, que suele estar en uso, así que no dude en entrar.

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