SCHLOSS NEUSCHWANSTEIN

Se puede ver desde lejos: blanco, como el cisne y la montaña que lo rodea, con sus torretas y su estilo totalmente innovador, ¡simplemente espléndido! El castillo de Neuschwanstein se construyó entre 1869 y 1886. Cuando Luis II comenzó a construirla, decidió hacer realidad todos sus sueños más descabellados. Quería que fuera un lugar sagrado, inaccesible y protector, una especie de refugio terrenal. También quería que este lugar le perteneciera a él y sólo a él. Por ello, ordenó que, a su muerte, se destruyera el castillo para que no quedara expuesto a los ojos de los profanos. Lo que más lamentaba Luis II era que Richard Wagner nunca pudiera dar vida a su música en el palacio. Las obras del castillo nunca se completaron. En 1886, año de la muerte de Luis II, sólo un tercio de las habitaciones estaban terminadas. Los arquitectos muniqueses Dollmann y Riedel recibieron el encargo de realizar este loco sueño. Los planos de Neuschwanstein se inspiraron en las fortalezas medievales, con puerta, torreón, vivienda real, etc. En la actualidad, el castillo de Neuschwanstein es uno de los más visitados de Alemania y atrae a más de 1,5 millones de turistas al año.

Una vez dentro, comienza el deleite. Qué contraste con el exterior blanco y liso! En efecto, todo es colorido, armonioso y ornamentado. Sólo se pueden visitar las plantas^tercera y^cuarta. En la tercera planta, el vestíbulo trapezoidal con su bóveda en voladizo. El suelo está cubierto por un magnífico mosaico compuesto por más de 2 millones de piezas que representan los reinos animal y vegetal. El castillo está enteramente dedicado a la obra de Wagner y está lleno de alusiones a la obra del gran compositor Richard Wagner. Los frescos del comedor y del estudio representan la leyenda de Tannhäuser, los cuadros del dormitorio del rey son un homenaje a Tristán e Isolda, mientras que el gran salón inmortaliza la epopeya de Lohengrin, el Caballero del Cisne. Wagner está omnipresente en todo este esplendor dorado. El punto culminante de la visita es la sala del trono, un homenaje a Parsifal con su pintura en trampantojo de un bosque detrás de las bóvedas. La sala es de mármol, el suelo de mosaico y el ambiente es bizantino con palmeras pintadas en las paredes. No busques un trono en la sala del trono, nunca se construyó. El tocador, con su gruta artificial y sus estalactitas, es un auténtico decorado de ópera, un poco kitsch pero agradable. En la planta superior se encuentra la Sala de los Cantores, cuyo estilo se inspira en el Wartburg de Eisenach, una fortaleza que fascinaba a Luis II, amante de la arquitectura medieval. La visita termina en las cocinas, que es también donde se terminaron las obras... Antes de salir, se puede ir a un balcón con una vista fenomenal del lago Alpsee y el castillo de Hohenschwangau abajo.

Si su presupuesto no le permite visitar ambos castillos, puede preferir sin ningún remordimiento el de Neuschwanstein, cuya decoración interior es aún más rica que la de Hohenschwangau... Las salas del castillo de Neuschwanstein están siendo renovadas actualmente, pero siguen abiertas al público. También hay que señalar que no es posible hacer fotos en el interior y que la visita es un poco apresurada.