Construido alrededor de 1060 por el gobernante Udayadityavarman II en honor al dios Shiva, este templo-montaña está situado al noroeste del Bayon, justo antes del Palacio Real. Esta pirámide de cinco pisos tiene 34 metros de altura y está formada por 300.000 bloques de piedra (¡cada uno pesa 500 kg!). Una verdadera hazaña de los arquitectos de la época, así como de los trabajadores de la obra. Antiguamente se le llamaba svarnadri, "la montaña de oro"; se supone que cada uno de los bajorrelieves que representan la epopeya del Ramayana estaban recubiertos de placas de cobre o de oro, para que el Baphuon se pareciera al monte Meru, la montaña mítica que representa el centro del universo. En el santuario, en la parte superior del edificio, había un linga, probablemente de oro. El templo sufrió varias modificaciones posteriores; la más famosa y visible fue la transformación de toda la fachada occidental del templo para esculpir un gigantesco Buda reclinado, probablemente en el siglo XV.

Los arquitectos de la época tienen la culpa de que hoy no se vea mucho. Muchos defectos han estropeado la construcción. La principal: la colina artificial que sostiene el conjunto está hecha de arena, lo que hace que la base sea extremadamente inestable. El arqueólogo francés B.-P. Groslier decidió desmontar el templo bloque a bloque y reconstruirlo una vez que los cimientos se hubieran solidificado: una anastilosis que debía durar 10 años. Los jemeres rojos interrumpieron los trabajos y se perdieron los archivos que hacían referencia a los 300.000 bloques de piedra, apilados entonces en la selva, no muy lejos del lugar. Hubo que esperar hasta 1995 para que un genio de la informática fuera capaz de colocar todas estas grandes piedras en su sitio, gracias a un revolucionario programa informático. La idea era proponer un modelo del templo que tuviera en cuenta cada pieza encontrada por los arqueólogos, y que fuera capaz de analizar las fotos de archivo. Así, los arqueólogos pudieron crear un gigantesco rompecabezas en 3D en un ordenador, con el fin de comprender mejor los retos de esta extraordinaria restauración. En 2011, los trabajadores camboyanos de la École Française d'Extrême-Orient completaron un titánico proyecto de renovación que restauró la Montaña Dorada. Este templo es, sin duda, una visita obligada durante una visita a Angkor Thom: no sólo se conservan los magníficos bajorrelieves (principalmente de animales y del Ramayana), así como la silueta del Buda reclinado, sino sobre todo porque los grupos de turistas apenas se detienen allí. Una vez en la cima de la pirámide, la vista es espléndida y la paz preciosa.