Aunque el irremediable declive económico del último siglo ha empañado un poco su imagen, la "Perla del Pacífico" ha conservado su encanto de misteriosa ciudad portuaria. Es muy sencillo: Valparaíso no deja indiferente a nadie, ¡o lo amas o lo odias! Es un puerto cuyos muros sudan historia, la de los terremotos por sus grietas o por su enredo, la de los marineros y las chicas de la alegría en los burdeles donde se reúnen los vagabundos y los bohemios, la de un vigor intelectual nunca negado. Su laberinto de callejones, el traqueteo de los ascensores, las perspectivas y los ángulos que cambian a cada paso, la incesante batalla estética entre la naturaleza y la ciudad -la roca rugosa contra el edificio, el árbol cuyas raíces invaden las escaleras, las colinas salvajes que se burlan de los barcos-, toda esta atmósfera ha inspirado a poetas, pintores, escritores. Algunos lo encuentran sucio y sin interés, otros se quedan durante semanas, meses, incluso años. Mito absoluto del marino universal, ha dado la bienvenida al nuevo siglo con un plan urbanístico bastante radical, que pretende acercar a los habitantes al océano (un megaproyecto actualmente en marcha en el Muelle Barón) y modernizar la arquitectura. Pero si todo puede cambiar pronto, lo esencial permanece: Valparaíso es a Santiago lo que Marsella es a París: rebelde, bulliciosa, picaresca, sucia, infinitamente bella y sobre todo más humana. Desde 2003, el centro histórico forma parte del patrimonio cultural de la humanidad, protegido por la UNESCO. Según el censo de 2012, la ciudad tenía 292.000 habitantes.HistoriaAntes de la llegada de los españoles, la bahía de Quintil estaba habitada por los changos que estaban sometidos a Tanjalonco, el señor de Quillota. Juan de Saavedra, que vino a suplir a Diego de Almagro, la descubrió en mayo de 1536 y le dio el nombre de su ciudad natal. En 1541, Pedro de Valdivia lo convirtió en puerto para abastecer a Santiago. Sin embargo, la ciudad no recibió un acta de fundación y creció espontáneamente, según las necesidades del comercio marítimo. No fue hasta 1560 que el contorno de una verdadera ciudad finalmente tomó forma. Atacado regularmente desde entonces por corsarios ingleses y holandeses (Francis Drake y Joris Spilbergen en particular), el puerto estuvo rodeado de muchas leyendas sobre tesoros escondidos en las montañas y épicas batallas navales en la bahía. En el siglo XVII se crearon un regimiento militar y varias fortalezas para prevenir estos ataques.A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, el puerto experimentó un renacimiento de la actividad: se enviaba vino, carne salada, cuero y queso a Perú. Pero si el comercio era intenso en verano, el puerto se cerraba en invierno por el mal tiempo. En 1730, no había más de 100 casas y 4 iglesias.Durante el reinado español, el desarrollo de Valparaíso se vio frenado por el predominio de Lima y el monopolio comercial impuesto por España; Chile sólo podía comerciar con las demás colonias del continente y no directamente con España o el resto de Europa. Fue Lima, la sede del virreinato, la que más beneficios obtuvo. Además, el rey había prohibido las rutas hacia Buenos Aires y el Estrecho de Magallanes por temor a los ataques de la piratería inglesa.Tras la independencia, los puertos chilenos se abrieron al libre comercio, y Valparaíso fue declarado "puerto libre" en 1822. Idealmente situado para recibir a los barcos que doblaban el Cabo de Hornos y venían a comerciar con las islas y puertos del Pacífico, el puerto servía como principal base de aprovisionamiento para estos barcos. Tras sus peligrosos viajes, entraron en su bahía como en el paraíso. Así, en un cuarto de siglo, la población de la ciudad se triplicó con creces, pasando de unos 7.000 habitantes en 1810 a 24.316 en 1835, año del primer censo en Chile. En 1841, Valparaíso alcanzó la cifra de 50.000 habitantes (luego 121.600 en 1895 y 162.000 en 1905, incluyendo 12.000 extranjeros). Muchos inmigrantes europeos (ingleses, alemanes y franceses) vinieron a instalarse para controlar el comercio de los productos locales. La compañía naviera Calcuta se creó en agosto de 1819 para comerciar con la India y China. Los bancos se establecieron y proporcionaron los recursos financieros necesarios para la explotación de los recursos naturales de Chile: los pioneros de las minas de cobre, plata y salitre vinieron aquí para obtener el dinero necesario para sus sueños. En Valparaíso nacieron la primera bolsa de valores de Chile, los primeros tranvías, el primer sistema de alumbrado eléctrico, los primeros teléfonos y el primer periódico en castellano, El Mercurio de Valparaíso, en 1827. La burguesía minera también se instaló aquí y construyó hermosas casas, algunas de las cuales han sobrevivido a los terremotos.En la época de la fiebre del oro, Valparaíso, escala casi obligada de los barcos de buscadores de oro, se vio invadida por el frenesí que despertaba el metal precioso. Así, en el verano de 1849, más de 170 barcos de todas las nacionalidades anclaron en su puerto. Era entonces la principal ciudad financiera, comercial y artística del país.Pero esta flamante época se vio sacudida por un terrible terremoto en 1906 y por la apertura del Canal de Panamá en 1914. Y entonces comenzó la decadencia de Valparaíso, irremediable, entre las dos guerras. Además de las nuevas rutas marítimas, se reorganizó la economía chilena. Las políticas de desarrollo de la industrialización interna, el comercio y el capital emigraron a Santiago, el corazón del proceso de toma de decisiones. El puerto fue cayendo en una especie de letargo que los nuevos servicios portuarios o las industrias especializadas no pudieron ocultar, al igual que la construcción de un nuevo Parlamento en 1990, porque los diputados nunca quisieron hacerse a la idea de tener que salir de la capital por este "agujero perdido".La ciudad hoyEsta "hermosa y extravagante ciudad, una curva perfecta sobre el mar azul, el desmoronamiento de sus colinas desordenadas rodeando la bahía como un eco, un reflejo en el espejo de la tierra de las olas del Pacífico en los días de tormenta" (Alain Jaubert), este puerto de mil colores, es el escenario de un teatro en el que las fronteras entre actores y espectadores quedan abolidas. Uno de los personajes de este cuento intemporal es, por supuesto, la noche y sus luces, las de los barcos, las del faro que lanza sus llamadas rojas y blancas a la oscuridad marina, las de las casas iluminadas que acribillan los cerros y brillan con tanta fuerza que dan la impresión de querer rivalizar con el faro y ocupar su lugar en el corazón de los marineros nostálgicos. Estas luces parecen originarse en el mar y son como la extensión de una ola que, poco a poco, sumerge la ciudad.Valparaíso es el paraíso de los arquitectos. Como señala Jaubert: "Hay más ideas en estos edificios populares que en todos los arquitectos americanos y europeos juntos. ...] En los barrios obreros, hay casas construidas con los restos de antiguos naufragios. Se dice que antes había cientos de ellos, suficientes para proveerlos de material. ...] Me recuerdan a los barcos. Barcos clavados en la tierra de las colinas, capturados, y que permanecerían allí, hirviendo de impaciencia, listos para volver al agua. Y frente al océano, frente a los vientos, la lluvia, el rocío. Recuerda la cabaña en La Fiebre del Oro. Se balancea, se inclina, corre el riesgo de caer en el abismo. Aquí, todas las casas esperan deslizarse por el barranco en cualquier momento. Se mueven. Están vivos. Viven en la incertidumbre del mañana. Caen y se renuevan. Es una ciudad que se mueve. Es una ciudad imprevisible.En los últimos años, numerosos restaurantes, multitud de tiendas, boutiques de artesanía y moda, y nuevas oportunidades turísticas han cambiado profundamente el paisaje urbano de Valparaíso. No faltan proyectos, realizados o por realizar, como el de una plaza pública en el paseo marítimo con tiendas, restaurantes... La magia barroca e insólita de la ciudad podría desaparecer en la modernidad, el orden y la armonía. Porque el encanto de Valparaíso, "un cúmulo de casas locas" según Neruda, es quizás esta aglutinación dispar y desordenada, esta fusión de lo bello y lo feo, esta perpetua mise en abîme de los sentidos. ¿No es éste el mensaje del gran poeta chileno cuando escribió: "Valparaíso me usurpó, me sometió a su dominio, a su brillo" ?Para hacerse una idea de la "extrañeza" del mítico puerto de Valparaíso antes de partir, le recomendamos la lectura de la novela de Alain Jaubert, Val Paradis, publicada por Gallimard en 2004. Es la historia de un marinero de escala en Valparaíso, que rememora recuerdos y anécdotas, estando el marco del relato constituido por su agitada noche en Valparaíso durante los años 50.

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Fotos e imágenes Valparaíso

La Sebastiana à Valaparaíso, une des maisons de Pablo Neruda. Sun_Shine - Shutterstock.com
Vue de Valparaiso H.Fougère - Iconotec
Cerro Alegre. Diego Grandi - Shutterstock.com
Fête des Mille Tambours à Valparaiso Arnaud BONNEFOY
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