LE LODGE DE LA SALINE

Hace 25 años Brigitte y Didier se instalaron en el espléndido delta de Tsangajoly para fundar una granja de cría de camarones. La actividad se desarrolló rápidamente y llegaron a trabajar en ella hasta 700 personas, pero en 2012 se vieron obligados a cerrar debido a la propagación de una enfermedad que afecta a los camarones de la región. Valérie, su hija, se hizo cargo de la finca para transformarla en un ecolodge y desarrollar la actividad salinera, aún poco explotada. Una idea brillante que llevó a la construcción de ocho cabañas de 45 m², seis bungalós de 32 m² y una villa de 100 m².  El conjunto, que combina elegancia y confort, fue construido con materiales de la granja, transformados y reconvertidos con ingenio, así propuso un turismo ecológico y sostenible. El restaurante, por su parte, utiliza productos frescos del mar y de la huerta revisitados con creatividad, y merece por sí solo una parada en la ruta de los tsingy (dos horas y media desde Morondava) o un desvío después de Belo, al final del descenso del Tsiribihine (10 km). Aproveche la visita para probar alguna (o más de una) de las actividades que proponen: salidas nocturnas para ver lémures ratón (25000 Ar por persona), piragüismo en el manglar (35000 Ar), visita guiada a las salinas e introducción a la recolecta de la flor de sal (15000 Ar), paseo por los baobabs (20000 Ar), piscina, hamam, sala de fitness, zumba, masajes o paseos por la playa. Los amantes de la naturaleza y los senderistas disfrutarán de las 2500 hectáreas de la finca, hogar de unas 134 especies de aves que los científicos vienen a admirar regularmente. Debemos recomendar este lugar, que abrió sus puertas en 2017, y aconsejarle que pase varias noches en él para disfrutarlo plenamente. Por último, los más aventureros o los que dispongan de presupuestos más ajustados pueden probar la opción de acampar. Las carpas, totalmente equipadas, pueden acomodar hasta tres personas cada una, con ducha y electricidad: confort garantizado.