Dominada por baobabs, esta playa tiene fama de ser una de las maravillas de la isla. A veces, los pescadores se paran en la primera cala para vender su pescado, al igual que los marchantes de arte. Rara vez vista en África, la playa cuenta con contenedores de clasificación selectiva. Hay que ir hasta el final del camino pedregoso para llegar a Lagoa Azul, una bahía más protegida, que es un sitio ideal para bucear entre las rocas. Cuando el sol brilla en el fondo marino, se pueden ver bancos de miles de millones de peces diminutos. Desde la bahía, con un poco de suerte, se pueden ver ballenas (en agosto y septiembre) y delfines durante todo el año.

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