Guía de viaje Meghri

Para llegar a Meghri, hay que tener muchas ganas... o estar en posesión de todas las autorizaciones para continuar el viaje hacia Irán, cruzando el Arax que marca una frontera bien vigilada entre los dos países vecinos y amigos. Tanto como decir que los turistas son escasos en esta pequeña localidad que languidece entre la orilla del río y las montañas áridas y rocosas. Si la carretera se ha rehecho entre Kapan y Meghri, es principalmente para facilitar la circulación de los numerosos camiones entre Armenia e Irán. Sin embargo, no carece de interés, serpenteando después de Kapan, en las montañas boscosas del Parque de Shikahogh, que dan paso a los pastos de altura a la altura de la ciudad minera de Kadjaran (a 2000 m, al pie del Kapoudjouk). Cuanto más se avanza hacia el sur, más escasos son los bosques; el paisaje, radicalmente diferente, recuerda más al Este tras las crestas rocosas que dominan Meghri y el valle de Arax. Los paisajes de Irán, al otro lado del río, están anunciados en esta orilla por montañas rocosas áridas y escarpadas, de un rojo brillante sublimado por un sol deslumbrante. En verano, el calor sofocante, que también se explica por el hecho de que la ciudad se encuentra a sólo 300 m sobre el nivel del mar, confirma esta impresión de Oriente, sobre todo porque al otro lado del Arax, detrás de la alambrada que marca una frontera a la que no hay que acercarse, asoman las cúpulas de loza vidriada de las mezquitas iraníes.Meghri cuenta con dos iglesias con frescos de influencia persa en sus paredes interiores. Si se toma la molestia de subir a Sourp Hohannes, frente al puente principal, disfrutará de una vista inigualable de la ciudad. Esta pequeña ciudad ha conservado algo de su pasado oriental, con sus casas adosadas comunicadas entre sí. Verdadera tierra de nadie durante la época soviética, desde la apertura de la frontera con Irán despliega, sin mucho entusiasmo, una actividad comercial que quisiera recordar su pasado caravanero, al que el programa chino de las Rutas de la Seda ha dado nueva vida