Guía de viaje Haritchavank

Desde Abarán, hay que seguir hacia el norte durante unos pocos kilómetros antes de girar a la izquierda, en las aldeas de Rya Taze y Alaguiaz, pobladas principalmente por yezidis, para dirigirse al oeste, hacia Gyumri y más allá del río Akhurian que marca la frontera con Turquía, a lo largo del flanco norte del Arakadz, la meseta en la que se eleva con sus cuatro afilados picos, a casi 2.000 m, es mucho más alta que la llanura de Ararat (700 m). El paisaje que atraviesa para llegar a Haritch es digno de las películas de carretera americanas: una carretera plana hasta donde alcanza la vista, en medio de la nada, con vastas extensiones amarillentas por el sol, pasando por raras aldeas pobladas en su mayoría por pastores yezidis cuyos rebaños de ovejas o vacas a menudo frenan su progreso. A la derecha, la cordillera de Pambak, cuyas onduladas laderas dan testimonio en algunos lugares de los esfuerzos de reforestación; a la izquierda, el monte Arakadz, que mantiene la nieve más tiempo en esta ladera norteña con vistas a la llanura de Shirak, conocida por el frío siberiano y las fuertes nevadas del invierno. Sus esbeltos picos en la distancia contrastan con los contrafuertes redondeados de los que emergen. Cuanto más al oeste se va, más el paisaje evoca las mesetas tibetanas, o más bien el altiplano andino, con la brillante pared cubierta de nieve del Arakadz destacándose sobre el fondo verde o amarillo de la meseta circundante. Gyumri nos llama al norte, o Yerevan bien al sur, cuando bordeamos el Arakadz por su flanco occidental, vía Artik, pero antes de eso, es necesario un desvío a Haritch. Después de 5 o 6 km de un camino desolado, entre praderas plagadas de piedras que dan significado al nombre Karastan (tierra de piedras), que designa a Armenia, se encuentra el monasterio.