THE ARECIBO OBSERVATORY
El observatorio de Arecibo tiene su origen en la voluntad del profesor William E. Gordon, de la Universidad Cornell (Estados Unidos), de estudiar una capa especial de la atmósfera terrestre llamada ionosfera. Su investigación a lo largo de los años 1950 lo lleva a privilegiar el método del radar, con como base de trabajo un inmenso reflector fijo con una torre que permite recibir la información recogida. La construcción del observatorio de Arecibo comienza en el verano de 1960 y finaliza tres años después. Desde entonces, siempre ha proporcionado datos a la comunidad científica de todo el mundo. Cuando descubrimos este telescopio por primera vez, nos golpeamos enseguida por su enorme superficie colectora, equivalente a unos 80.000 m ². Esta superficie esférica está compuesta por casi 40.000 paneles de aluminio perforados que miden cada uno aproximadamente un metro de cada dos, apoyados por una red de cables de acero tendidos a través del abismo coronario subyacente. A 137 m por encima de esta inmensa estructura se suspende una plataforma receptora que pesa alrededor de 900 toneladas, mantenida en el aire por dieciocho cables conectados a tres torres de hormigón armado. Se fija una cúpula móvil equipada con reflectores: es el que permite registrar las señales recibidas por la red de señales del radiotelescopio. ¿Cuáles son los objetivos preferidos de Arecibo? Estudia las propiedades de determinados cuerpos del Sistema Solar como planetas, cometas y asteroides. En nuestra galaxia, permite detectar los impulsos de algunas estrellas muy atípicas denominadas "pulsares". Más aún, es capaz de detectar señales emitidas por algunas galaxias poco después del nacimiento del universo. Entre sus principales descubrimientos se encuentra la clara determinación del período de rotación del planeta Mercurio en 1964, o la primera imagen del radar que nunca se llevó a cabo en 1989.