Guía de viaje El Barrió

En la década de 1940, la Barra era un pequeño pueblo de pescadores hasta que las familias aristocráticas de San Carlos empezaron a construir aquí sus segundas residencias. Desde entonces, La Barra se ha convertido en una meca veraniega, un centro turístico chic y de moda que atrae a los pocos felices que han abandonado Punta y sus vetustos bloques de apartamentos, entre los que se encuentran adinerados turistas argentinos y brasileños. Por extensión, Manantiales, situado cerca de la Barra en dirección a José Ignacio, es el nuevo punto de moda de la zona. El complejo cuenta con numerosos hoteles y restaurantes, bares y discotecas que atraen a una clientela adinerada. En verano está muy concurrido Los establecimientos son de lujo, y en temporada alta los precios son asombrosos. Los turistas que vienen aquí a pasear entre tiendas de muebles de lujo y galerías de arte tienen la cartera bien surtida... Porque la mayoría de los clientes tienen villas que amueblar y decorar in situ. Los restaurantes ofrecen una cocina bastante sofisticada, pero con un precio muy elevado. En temporada, conciertos y veladas de electro dan ritmo a las noches. Si la playa central es agradable (y bastante popular entre los surfistas locales), la gran playa de Montoya, que separa Barra y Manantiales por la carretera de 2x2 carriles de la ruidosa Ruta 10, carece de encanto y es peligrosa. Toda la animación del balneario se concentra a lo largo de esta misma carretera que siempre está atascada, por lo que el francés acostumbrado a los bellos paseos peatonales se sentirá decepcionado. Uno viene más por el bling bling y el ambiente festivo que por el entorno natural de Barra.