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Situado justo enfrente de la Plaza Independencia, el Palacio Salvo es sin duda el edificio más impresionante y emblemático de Montevideo. Inaugurado en 1928 por los hermanos José, Ángel y Lorenzo Salvo, una familia de emigrantes italianos, este rascacielos de 27 plantas y 105 metros de altura es una ecléctica locura arquitectónica Art Déco diseñada por el arquitecto italiano Mario Palanti. Palanti es también el autor del singular Palacio Barolo, en la Avenida de Mayo de Buenos Aires. Se construyó en el solar de la antigua confitería La Giralda, que acogió el tango más famoso, La Cumparsita, compuesto por Gerardo Matos Rodríguez en 1917. En la planta baja se encuentra el Museo del Tango de Montevideo. La prominente torre del Palacio Salvo, de formas salientes y aspecto gótico y neoclásico, es espectacular. Fue el edificio más alto de Latinoamérica hasta 1935. Merece la pena visitar el edificio, sobre todo por la vista que ofrece desde su terraza panorámica a media altura y desde el último piso. El propio Henri Le Corbusier lo describió como una "increíble monstruosidad abyecta", una "calamidad pública". Imagínese: en el actual garaje había un teatro donde Josephine Baker sacudía su cinturón de plátanos ante la mirada atónita de la burguesía montevideana. Las dos primeras plantas están dedicadas a suntuosos salones de fiesta que precedieron a 370 pisos, todos construidos según el mismo modelo, porque estaban pensados como las suites de un hotel de lujo. Pero la dictadura y la crisis querían otra cosa. Cuando el Palacio Salvo cayó en el abandono durante varias décadas, los espacios de fiesta se convirtieron en oficinas y habitaciones de madera contrachapada e iluminación de neón. Hoy, la torre está ocupada por residentes que han derribado muros o conservado pequeñas dependencias. Pero ahora ha empezado la renovación, empezando por la retirada de una fea antena del tejado. La última planta sigue abarrotada con los marcos metálicos de la antena, mientras que en la terraza panorámica hay cables y antenas parabólicas desordenados. La galería exterior destaca por sus tallas en piedra: pulpos, crustáceos, peces y otras criaturas marinas aparecen junto a una exuberante vegetación. El simbolismo continúa en el pasadizo cubierto, que ha recuperado su portal original, retirado hace 45 años.