Guía de viaje Waterberg Plateau Park

Al este de la B1 en la C22, la meseta de Waterberg pronto emerge de la superficie plana de arbustos como una ciudadela natural coronada por acantilados rojos. A sus pies, enormes acacias dan cobijo a una densa vegetación que siempre ha sido un refugio para las personas. En efecto, la arenisca, la esponjosa roca roja que forma la meseta, absorbe el agua de la lluvia. La capa freática subterránea da lugar así a numerosas fuentes. En la cima de los acantilados se encuentra una meseta de 40.550 ha, cubierta a veces por una vegetación árida y otras por verdaderos bosques de roca roja, esculpidos por la erosión. Por todas partes, las higueras silvestres abrazan la roca, mientras que cientos de especies de líquenes de colores cubren las rocas. La meseta de Waterberg, declarada reserva natural en 1972, alberga rinocerontes blancos y negros, hipopótamos negros, antílopes caballo, buitres del Cabo y especies comunes como jirafas, órices, kudús, facóqueros, impalas y babuinos. También hay depredadores, como leopardos y hienas pardas. Debido a la invasión de arbustos espinosos, gran parte del parque se quema cada año, excepto el extremo noroeste de la meseta, llamado Omuverume, donde la flora está totalmente protegida y no se permite su entrada. Sólo desde 1989 una parte de la reserva es accesible a los visitantes. Dada la fragilidad del ecosistema y los peligros que entraña la fauna, este acceso se rige por normas muy estrictas. Uno de los pocos paseos que se pueden hacer a pie, es el momento de aprovecharlo, pero cuidado, ¡es una subida!