La place Neuve que l_on aperçoit dans le film de Jean-Luc Godard A Bout De Souffle © Almazoff - Shutterstock.com.jpg

Los inicios

La primera proyección suiza tuvo lugar en la Exposición Nacional de Ginebra en 1896, por iniciativa de Auguste y Louis Lumière. Los primeros cines en Suiza llegaron a principios del siglo XX. Desde la época del cine mudo hasta la década de 1920, las producciones suizas fueron escasas y el país se utilizó más como telón de fondo para directores de otros países, por sus vistas montañosas y sus lagos. En la década de 1920 se crearon estudios en varias ciudades de la Suiza francesa, entre ellas Ginebra. Fue también la época en la que debutó el actor Michel Simon. Michel Simon nació en Ginebra en 1895. Se marchó muy pronto a París, pero pronto fue llamado de nuevo a Suiza en la época de la Primera Guerra Mundial. Durante un permiso, cayó bajo el hechizo de la actuación del actor Georges Pitoëff en la obra Hedda Gabler, de Henrik Ibsen. Se unió a su compañía, que se trasladó a París en 1922. Allí comenzó una brillante carrera como actor. Sin embargo, fue el cine lo que le hizo más famoso entre el público, en particular sus papeles en La Chienne (1931) y Boudu sauvé des eaux (1932), Drôle de drame (1937) y Le Vieil Homme et l'enfant (1966), de Claude Berri. La transición a la carísima industria del cine sonoro acabó con el cine francófono, haciéndolo casi inexistente a lo largo de la década de 1930. A principios de los años 50, Alain Tanner (nacido en Ginebra en 1929) fundó el Cine Club de la Universidad de Ginebra con el famoso director suizo Claude Goretta. Tanner y Goretta se trasladaron a Londres para estudiar cine en el British Film Institute. En 1957, los dos directores rodaron su primera película, Nice Time (Piccadilly de noche). En la década siguiente, Tanner fundó la Asociación Suiza de Directores y realizó varios cortometrajes.

La nueva ola

Desde los años 60 hasta los 80, la Suiza francófona siguió el movimiento de la Nueva Ola (un género que se oponía al cine tradicional, avanzando hacia un cine más cercano a la realidad, tanto en términos estéticos como de puesta en escena) en oposición a la Suiza germanófona, que produjo más documentales. El pionero de este movimiento, Jean-Luc Godard, pasó por Ginebra para su película Le Petit Soldat (1960, el mismo año que el mítico À bout de souffle). La obra pasa por lugares famosos de Ginebra como los bulevares Helvétique y Jaques-Dalcroze, la Place Neuve y el Paseo Saint-Antoine. El director franco-suizo ya había pasado por la ciudad en 1955, durante el rodaje de su cortometraje Une femme coquette (donde se puede ver, entre otras cosas, el Puente de la Máquina). La década de 1960 también marcó el regreso de Alain Tanner y Claude Goretta a Ginebra. Ambos directores fueron contratados por la Télévision Suisse Romande (TSR), al igual que Michel Soutter. Nacido en Ginebra en 1932, Soutter produjo su primera obra en 1966, La Lune avec les dents (La luna con dientes). Le siguieron Les Arpenteurs (1971), L'Escapade (1972) y Repérages (1977). Cabe señalar que Michel Soutter es también el iniciador del Grupo 5, una estructura compuesta por cineastas suizos basada en la precompra por la Televisión Suiza de una película en formato cinematográfico. Este proceso no sólo tiene la ventaja de permitirle recaudar los fondos necesarios para llevar a cabo sus proyectos, sino también de promover la difusión del cine suizo. Alain Tanner, por su parte, está ganando fama con obras como La Salamandre (1971) y Jonas qui aura 25 ans en l'an 2000 (1976), que sumergen al espectador en las luchas de los proletarios presa de las desilusiones inspiradas por la sociedad capitalista. En 1981, su obra Les Années lumière fue galardonada con el Gran Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes.

Hoy en día

A principios de la década de 2000, había tres géneros principales en el cine suizo: el cine de arte y ensayo, el cine convencional y el documental. En esta última categoría destaca un largometraje de gran calidad rodado en la Suiza francófona: Exit , le droit de mourir, de Fernand Melgar. Este documental de 2005 sigue a la asociación Exit, que ofrece suicidio asistido en Suiza desde 1982. La película ganó el premio al mejor documental en el Festival de Cine Suizo y fue elogiada por la crítica europea. En 2008, Melgar dirigió otro documental de éxito, La Forteresse, que ganó el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno. En el terreno de la ficción, la directora ginebrina Léa Fazer destaca por Bienvenue chez les Suisses (2004, rodada en parte en su ciudad natal), Notre univers impitoyable (2008, con Alice Taglioni, Jocelyn Quivrin y Thierry Lermitte), Ensemble, c'est trop (2010), Cookie (2013) y Maestro (2014, con Pio Marmaï y Michael Lonsdale). Más recientemente, Frazer dirigió los telefilmes Mystère place Vendôme (2017) y Mystère à la Sorbonne (2008) para France 2. En cuanto a eventos, los cines Grütli de Ginebra acogen numerosos festivales como el de Cine y Foro sobre Derechos Humanos (FIFDH), Black Movie (festival internacional de cine independiente dedicado al cine de autor) y Everybody's Perfect (festival que premia las obras LGBTQI+). En 2020, el director Virgil Vernier filmó una noche de copas entre la juventud dorada de Ginebra en Sapphire Crystal.

Internacional

Son varias las obras internacionales que han pasado por la Suiza francesa y, más concretamente, por Ginebra. Entre las más conocidas figuran La insoportable levedad del ser (1988), de Philip Kaufman (con unos muy buenos Daniel Day-Lewis y Juliette Binoche), y Rojo, del polaco Krzysztof Kieślowski. Esta tercera parte de la serie de los Tres Colores (las dos primeras fueron Azul y Blanco), protagonizada por Irène Jacob y Jean-Louis Trintignant, recibió tres nominaciones en los festivales más prestigiosos del mundo (Globos de Oro, Oscar y Festival de Cannes). El comienzo de la década de 2000 trajo a Ginebra el rodaje de L'Adversaire (2002, Nicole Garcia), Après vous (2003, de Pierre Salvadori con Daniel Auteuil) y Commis d' office (2009, Hannelore Cayre). Más recientemente, Belle du Seigneur (2011, Glenio Bondir), Commis d'office (2012, una tercera película en la que André Dussolier y Catherine Frot retoman el papel de Tommy y Tuppence Beresford) y, por último, The Last Face (2016), de Sean Penn. La película acaba rodándose en Ginebra y pasa así por el Palacio Wilson, sede de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.