IGLESIA ORTODOXA RUSA
Se divisa desde lejos, sobre todo cuando el sol ilumina sus nueve soberbios campanarios de bulbos dorados. Esta iglesia ortodoxa ofrece una imagen atípica en el paisaje urbano ginebrino. En 1847, la nueva Constitución de Ginebra aboga por la libertad de culto y la tolerancia religiosa. A partir de entonces, las autoridades asignaron terrenos -correspondientes a la línea de las antiguas fortificaciones- a las distintas confesiones religiosas para que construyeran lugares de culto. Se construyeron una iglesia católica, una anglicana, un templo masónico, una sinagoga y, finalmente, en 1866, la iglesia ortodoxa rusa, con una arquitectura inspirada en el arte bizantino y el estilo moscovita de los siglos XVI-XVIII. Gracias a la contribución financiera de la diáspora rusa, la comunidad creció con la llegada de miembros de la familia imperial, aristócratas, altos funcionarios, ingenieros y turistas que acudían a tomar las aguas en los balnearios termales, numerosos estudiantes y, por último, revolucionarios. A partir de 1917, tras la revolución bolchevique, se intensificó la emigración rusa a Ginebra. La iglesia representaba un vínculo muy fuerte -y el único- entre los nuevos residentes y su antigua patria. Hoy hay 200.000 creyentes ortodoxos en Suiza y unos mil en Ginebra. Esta iglesia tiene fama de ser más independiente y más libre de expresión que la de Chêne-Bougeries, que está bajo la autoridad directa del Patriarca de Moscú. Una iglesia que merece una visita.