Desde la carretera, lo primero que se ve son las viejas casas de piedra seca de Fontaneda, aferradas a la montaña. Aunque muchos ciclistas y excursionistas (sobre todo los que van al santuario de Canólich) pasan por esta pequeña aldea de menos de cien habitantes, que domina el valle, no todos se detienen en la iglesia de Fontaneda. Situada en lo alto del pueblo, esta iglesia, dedicada a Sant Miquel, es uno de los más orgullosos representantes del románico andorrano, el más sencillo y depurado. Además, ¡la vista desde el templo es impresionante!

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