La antigua ciudad rusa conserva un aire provinciano. Sus anchas calles bordeadas de casas bajas y pequeños edificios ocultos bajo los árboles difieren radicalmente del estilo uzbeko, y los coloridos tonos pastel de rosa, verde o morado le dan un aspecto muy especial, bastante característico de las ciudades rusas de Asia Central. Se construyó a tiro de piedra de Marguilán, que conservó un trazado tradicional y una población autóctona, mientras que Ferghana permaneció durante mucho tiempo poblada principalmente por colonos rusos. La ciudad ha conservado su trazado colonial y todas sus avenidas convergen en un vasto espacio vacío donde antaño se alzaba la fortaleza soviética que custodiaba el fértil y estratégico valle. Ferghana también se enorgullece de ser la ciudad más verde de Uzbekistán. Y, en efecto, al pasear por sus calles plantadas de gigantescos plátanos o por el parque Navoi, uno se olvida rápidamente de que está rodeado de fábricas de fertilizantes químicos y una refinería en las afueras de la ciudad. Aunque los monumentos de Ferghana no son especialmente interesantes, la ciudad es una parada agradable y sus numerosos hoteles la convierten en un buen punto de partida para descubrir el resto del valle.

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Préparation du pain à Ferghana. DOCA TOURS
Casserole d'isryk fumante pour écarter le mauvais oeil au bazar. Patrice ALCARAS
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