Si continúa más allá de Quinhamel, tras una hora y media por una pista difícil, llegará a una playa mala que no tiene nada de extraordinario. Lo interesante es el paisaje de la carretera, con una vegetación exuberante y pueblos cambiantes. Aparecen grandes casas, parecidas a varias chozas unidas, con enormes tejados de paja. Estamos en el corazón de Guinea-Bissau. Los ávidos ornitólogos podrán pasar horas en las orillas de la ensenada y observar multitud de aves. La región también es famosa por los taparrabos tejidos por la etnia Papel.

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