PUEBLO DE MASSOU
El pueblo de Massou se encuentra a pocos kilómetros del centro de Macenta en dirección a Guéckédou. Dejamos la carretera en el pueblo de Balizia. A continuación, seguimos la pista que se adentra en el monte a través de plantaciones (café arábigo, palmeras de aceite, plátanos...) y algunos restos de bosque. Tras unos 20 minutos, llegamos al pueblo de Massou. Fin del viaje en coche y comienzo de la caminata. Aquí nos tomamos el tiempo para saludarnos No dude en reunirse con los ancianos y los habitantes del pueblo. Esta es también una oportunidad para conocer al curandero del pueblo, Sidiki Kourouma. Aquí se dice que pasó un año entero en el bosque con el Diablo como única compañía. Durante esta experiencia adquirió conocimientos y desarrolló dones que lo convierten en un curandero de renombre en la región. Algunos de sus pacientes pueden verse en el pueblo sometidos a "tratamiento". Un encuentro sorprendente Pero no se trata de visitar su "gabinete" de consulta, que está rodeado de misterio.
Para ir al puente de las lianas, lo mejor es pedir un guía in situ. Seguro que encontrarás jóvenes dispuestos a acompañarte por una pequeña propina. Se tarda unos 20 minutos en llegar tras un breve paseo por una pista y luego por un sendero que se adentra en el bosque. Se puede ver en la distancia, mezclándose con las ramas de los árboles. Esto es normal, ya que está hecho de lianas tomadas del monte circundante. Luego, tras un breve descenso hasta la orilla del río, ¡ahí está!
Con una longitud de unos treinta metros, este puente en medio de una vegetación todavía bastante densa salva el río Massény, afluente del Makona. ¿Cruzar o no cruzar? Una cosa es cierta, cruzar un puente de lianas es siempre un momento especial, "suspendido". Si la corriente del río es fuerte, la impresión es muy extraña, sobre todo si te miras los pies mientras avanzas. No se recomienda a las personas propensas al vértigo y, sobre todo, a las que miran al frente. Este puente, al igual que todos los puentes de lianas, se repara varias veces al año (cada pueblo de ambas orillas se encarga de la mitad del trabajo) durante la temporada de lluvias para que los habitantes de los pueblos vecinos puedan cruzar el río para, entre otras cosas, acudir al mercado semanal. No es raro que en estos días, varias personas cargadas con sus bienes y a veces niños pequeños, se lancen al mismo tiempo a través de la frágil estructura. Muy impresionante y no muy seguro... pero así es la vida por aquí.