Las colecciones del Belvedere abarcan desde la Edad Media hasta el arte contemporáneo. Este es el lugar al que hay que venir para ver la mejor colección de Klimt. Este magnífico conjunto arquitectónico consta de dos edificios, el Belvedere Superior y el Inferior, conectados por un jardín formal estrictamente clásico que, lamentablemente, no pudo conservarse en su forma original. El palacio, concebido como residencia de verano, fue encargado originalmente en 1721 por el príncipe Eugenio de Saboya, brillante estratega militar, y construido por Johann Lukas von Hildebrandt, otro mago del barroco junto con Fisher von Erlach. A la muerte del príncipe, los Habsburgo compraron el palacio, que se había convertido en una sombra para ellos. Hasta 1914, el castillo fue la residencia del príncipe heredero Francisco Fernando, asesinado en Sarajevo. En lo alto de la escalera del vestíbulo principal se encuentra la sala donde, en 1955, los Aliados y los representantes del Estado austriaco firmaron el famoso "Staatsvertrag", que marcaba el inicio de la Segunda República Austriaca y la retirada de las tropas de ocupación.
El Belvedere Superior, que domina la ciudad, se utilizaba originalmente para recepciones: es mucho más barroco que el Belvedere Inferior y está muy ornamentado. Desde el gran salón de mármol, la vista de los jardines es impresionante. La planta baja del Belvedere Superior acoge regularmente exposiciones temporales. A lo largo de la primera escalera, una estatua de Aristide Maillol, La République, representa a una mujer muy robusta como homenaje a Louis Auguste Blanqui, condenado a treinta años de prisión por sus ideas políticas. La primera planta del Haut Belvédère alberga una galería de pinturas de artistas internacionales de principios del siglo XIX al XX: del historicismo a los impresionistas franceses, pasando por los grandes expresionistas: Kokoschka, Kandinsky, Makart, Romako, Lehmden. La parte más bella está dedicada al arte vienés en torno a 1900, con los artistas de la Secesión (Schiele...) y su líder: Klimt. En la segunda planta, el periodo Biedermeier, el clasicismo y el romanticismo están en el punto de mira.
El Belvedere inferior, que da al Rennweg, tiene un diseño más antiguo. Alberga el Museo de Arte Barroco en un marco igualmente barroco: pinturas en trampantojo (Fanti) y frescos en el techo. Altomonte pintó el fresco titulado La Apoteosis del Príncipe Eugenio, probablemente uno de los más bellos del conjunto, glorificando al dueño de la casa. La lista de artistas que colaboraron en la decoración de los interiores nos recuerda que los maestros italianos eran también súbditos del Emperador. Los visitantes encontrarán una sucesión de hermosas salas, cada una diseñada y decorada por un maestro diferente. Entre las obras expuestas se encuentran las de Donner y Maulbertsch, así como la colección de caricaturas esculpidas en bronce de Messerschmidt, bávaro de nacimiento. En el ala del invernadero se encuentra el Museo de Arte Medieval Austriaco, con sus numerosas obras religiosas: retablos, xilografías y trípticos de iglesia.