Guía de viaje San Michele

La isla de San Michele alberga actualmente el cementerio de Venecia. Apodada la Isla de los Muertos, con sus muros rosados y sus antiguas tumbas cobijadas a la sombra de los cipreses, es un lugar único en el mundo, ya que es uno de los pocos sitios donde los muertos (que solían yacer en góndolas funerarias adornadas con ángeles y dorados) llegan en barco. Hoy en día, la isla de San Michele apenas puede acoger entierros por falta de espacio. Por ello, está reservada exclusivamente a la alta burguesía veneciana. Sin embargo, sigue siendo el cementerio histórico de Venecia, que tanto fascinó a los pintores del Romanticismo... y que, aún hoy, acoge a los visitantes en un lugar más allá del tiempo y de la edad.Repasemos su historia. En 1807, Napoleón asignó inicialmente esta función a San Cristoforo, su vecino, pero como entonces los cementerios estaban abarrotados, se rellenó el canal que separaba San Cristoforo de San Michele, dando lugar a una nueva isla más grande. La isla debe su nombre a su iglesia del siglo X dedicada al Arcángel San Miguel. Importante centro de enseñanza a principios del siglo XVIII, San Michele albergaba una famosa y rica biblioteca. Antes de convertirse en cementerio, fue también la cárcel donde se recluía a los presos políticos. No fue hasta el siglo XIX cuando San Michele se convirtió en el principal cementerio de Venecia, pero además de los enterramientos de los venecianos ricos, también cuenta con una zona reservada a los extranjeros, y no a cualquier extranjero: Stravinsky, Diaghilev y Ezra Pound están enterrados allí. En 1212, la isla fue cedida a tres monjes que fundaron allí un monasterio, que permaneció en funcionamiento hasta 1810. Entre los monjes que permanecieron allí se encontraban Fra Mauro, autor del mapa del mundo conservado en la Biblioteca Marciana, y Frate Capellari, que más tarde se convertiría en el Papa Gregorio XVI. Más tarde, la isla se convirtió en una prisión para presos políticos, por la que pasaron Silvio Pellico y Maroncelli. En 1829, se convirtió en la residencia de los Padri Riformati, que aún gestionan la iglesia de San Michele, anexa al cementerio.