La Costa de Amalfi comienza aquí, en este primer pueblo encaramado entre el mar y la montaña. Olvídese de los superlativos y déjese llevar por la belleza del lugar, porque es sin duda uno de los sitios más espectaculares de Italia. Imagínese la roca y los picos golpeados por el sol, cuya reverberación en el agua turquesa parece casi irreal. Y al final de esta cinta de asfalto, tan sinuosa como estrecha, surge Positano con sus casas blancas y pastel, suspendidas de la pared, como simples excrecencias de la piedra, como algo natural. Sin embargo, hay que imaginar los tesoros de imaginación y adaptación necesarios para desarrollar aquí viñedos y huertos en terrazas en las laderas bajas, hasta los grandes pastos de las tierras altas. Si se suele decir que una línea recta es el camino más corto entre dos puntos, Positano dice lo contrario. De hecho, todo está curvado y enredado en calles estrechas y escaleras, donde se suceden restaurantes y estudios de artistas. La única verticalidad que queda: los acantilados. Más que una ciudad, Positano parece un milagro arquitectónico. John Steinbeck escribió sobre él: "Es un lugar de ensueño que no parece real cuando estás allí, y sientes una gran nostalgia cuando lo dejas". »

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Vue générale de Positano. Stéphan SZEREMETA
Vue générale de Positano. Stéphan SZEREMETA
Vue générale de Positano. Stéphan SZEREMETA
Vue générale de Positano. Stéphan SZEREMETA
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