BASÍLICA DE SANT'ANGELO IN FORMIS
Basílica con un ciclo de frescos fundada sobre los cimientos de un templo romano dedicado a Diana
Encaramada en el monte Tifata, la basílica de Sant'Angelo in Formis esconde un ciclo de frescos de los siglos XI y XII que hacen que su visita sea imprescindible. Se fundó a finales del siglo VI y se atribuye a los lombardos, que tenían un culto particular al arcángel San Miguel. Se construyó sobre los cimientos de un templo romano dedicado a Diana (diosa protectora de los bosques y la caza): las excavaciones realizadas en 1877 revelaron que la iglesia ocupaba aproximadamente el perímetro del antiguo edificio. Cuando fue concedida a los benedictinos de la abadía de Mont-Cassin, el abad Desiderio, futuro papa Víctor III, la hizo reconstruir (1072-1087) y encargó el ciclo de frescos que adornan las paredes. Este conjunto pictórico medieval es uno de los más importantes del sur de Italia y un testimonio excepcional de la pintura de la época, que todavía estaba fuertemente influenciada por los bizantinos. El abad se hizo representar en el ábside central, ofreciendo a Cristo el modelo de la basílica: se le reconoce por su aureola cuadrada, motivo iconográfico que permite distinguir a los personajes pintados en vida. El conjunto ilustra episodios del Antiguo Testamento en las naves laterales (muy deterioradas) y escenas del Nuevo Testamento en la nave central. Un Juicio Final adorna la contrafachada. Pavimento no homogéneo principalmente de mosaico cosmatesco (siglo XII). Obsérvese, por último, el bonito friso zoomorfo que decora el campanario.