El monumento fue creado en 1947 por el gobierno checo y conserva el emplazamiento del campo de tránsito tal y como era durante el terror nazi. Para visitar el monumento, hay que ir a diferentes lugares de recuerdo, que están relativamente dispersos en el territorio del municipio de Terezin.

La prisión de la policía en la pequeña fortaleza. En 1940, los nazis abrieron una prisión en la pequeña fortaleza construida en el siglo XVIII para la ciudad militar. 32.000 prisioneros fueron encarcelados aquí antes de ser enviados al campo de exterminio o llevados a los tribunales. Año tras año, las condiciones de vida de los presos se hicieron más duras. La mayoría de ellos trabajó fuera de la prisión, en empresas nazis, contribuyendo al esfuerzo bélico del Reich. A partir de 1943, los nazis llevaron a cabo ejecuciones sin juicio; 250 personas fueron fusiladas entre 1943 y 1945. Pero por la noche, en sus celdas, los presos se reunían en secreto para dar sentido a su violada existencia. Theresienstadt fue para muchos un campo de artistas e intelectuales opuestos al régimen, y los prisioneros organizaban recitales, lecturas, obras de teatro, conciertos y, bajo la dirección de rabinos y sacerdotes también encarcelados, vigilias de oración. La exposición en la pequeña fortaleza muestra algunos de los miles de dibujos y poemas realizados por los prisioneros, que encontraron allí una forma de superar el horror de su vida cotidiana.

El Museo del Gueto. A partir de noviembre de 1941, como parte de la Solución Final, los nazis persiguieron a los judíos de Europa Central y los deportaron gradualmente a Theresienstadt, donde primero los instalaron en los barracones del campo (barracones de Magdeburgo). En 1942, los nazis evacuaron por la fuerza la ciudad de Terezin y requisaron los edificios para alojar a más judíos; pronto, los áticos, los sótanos e incluso las casamatas de las murallas fueron invadidos por los prisioneros. Durante la vida del gueto de Theresienstadt, 155.000 personas fueron internadas en estas condiciones atroces, sometidas a una higiene deplorable y a la inanición. Sin embargo, el mando nazi permitió cierta libertad cultural y artística a sus víctimas para enmascarar la verdadera naturaleza de su encarcelamiento. Los intelectuales y artistas judíos del gueto hicieron que la vida allí fuera menos insoportable organizando eventos culturales autorizados por los nazis. Este aspecto de la deportación está expuesto en el cuartel de Magdeburgo. Muestra la vida artística en el gueto y cómo los judíos encarcelados seguían practicando la música, la literatura y el teatro con medios improvisados, para hacer el encarcelamiento "más vivible" o al menos para ayudar a soportar las terribles condiciones de vida. Por desgracia, mientras los convoyes traían más prisioneros cada día, otros trenes partían llevando a los judíos del gueto a lo desconocido.

El cementerio judío y el crematorio. Los muertos del gueto fueron enterrados en fosas individuales o en fosas comunes. En septiembre de 1942, los nazis construyeron un crematorio donde se quemaron entre 20 y 30.000 muertos. Las urnas que contenían las cenizas se colocaron en columbarios, pero los nazis las destruyeron antes del final de la guerra y las cenizas fueron arrojadas al cercano río Ohre, cerca del cual se construyó el monumento en 1955.