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La góndola de ayer...

Desde hace más de mil años, la góndola es la embarcación típica de Venecia, y se ha convertido en una especie de símbolo de la ciudad de los enamorados. Perfectamente adaptada a la navegación por los canales estrechos y poco profundos, antiguamente se utilizaba sobre todo para el transporte de personas, como medio para desplazarse entre distintos puntos de la laguna o de la ciudad (que entonces tenía muchos más canales que hoy y menos puentes). Se dice que las mujeres venecianas deben su aspecto noble y su andar despreocupado al hecho de tener que ir de compras en góndola. En efecto, para conducir correctamente una góndola, el gesto debe ser reservado, indolente y sensual. Además, cuando los nobles venecianos adquirieron la costumbre de viajar en sus propias góndolas con su propio gondolero, éste se convirtió en una especie de confidente, que participaba en todos sus desplazamientos, incluso en los más clandestinos.

... y hoy

Hoy en día, nadie rema en barco. El progreso ha llegado y se ha ido, y el barco lo utilizan sobre todo los turistas. Sin embargo, los venecianos siguen navegando, no para desplazarse, sino para relajarse y, sobre todo, para conservar la tradición. Varias veces al año se organizan regatas para barcos de época. Los ganadores de estas regatas pertenecen siempre a las mismas familias venecianas, que hacen de ganarlas una cuestión de honor. La voga (el arte de remar en góndola) es una auténtica disciplina, y su popularidad no deja de crecer. Las góndolas desempeñan un papel fundamental en los grandes acontecimientos de la ciudad, como la Regata Histórica en septiembre , cuando abren el desfile transportando a los más altos representantes políticos y religiosos de la ciudad, así como a numerosos embajadores e invitados importantes. La góndola también reaparece en la vida veneciana con motivo de las bodas, para las que hay góndolas nupciales adornadas con flores. Para la ocasión, el gondolero se despoja de su uniforme de trabajo (jersey a rayas, pantalón negro y boater) y viste exclusivamente de blanco. También en los funerales, la góndola fúnebre, decorada con ángeles dorados, recorre todo el camino hasta el cementerio de San Michele. Por lo demás, cada día los venecianos siguen tomando los traghetti, las góndolas colectivas de dos remeros que cruzan el Gran Canal en siete puntos de la ciudad. Disponible tanto para los venecianos como para los turistas, un paseo en góndola traghetto sigue siendo la mejor manera de experimentar el placer de navegar en góndola sin arruinarse. Hay que tener en cuenta que, aunque están reguladas por el ayuntamiento, las tarifas de las góndolas son muy caras.

La casta de los gondoleros

Hoy en día, los gondoleros siguen siendo una casta y el oficio se transmite de padres a hijos. Aunque la góndola, símbolo de Venecia, se ha convertido en una atracción turística, todavía hay 400 de ellas surcando los canales de la ciudad lagunar. Y para que conste, se dice que los gondoleros solían cantar para anunciarse a la entrada de un canal y evitar que les salpicara la cabeza el contenido de los orinales.

Algunos detalles técnicos

El origen de la palabra góndola sigue sin estar claro. Parece derivar del latín cymbula, embarcación pequeña, pero otras fuentes sugieren que es más probable que su raíz sea la palabra griega kondulion, caja de poca altura, o kountélas, embarcación de modesta eslora.

La forma que conocemos hoy era muy diferente en el pasado. Las innovaciones técnicas a lo largo de los siglos han dado lugar a una embarcación más ligera con líneas familiares. La góndola es asimétrica, tiene 11 metros de eslora y pesa 8 toneladas. Un lado es 24 cm más ancho que el otro. Esto significa que la góndola se escora naturalmente hacia estribor, pero el gondolero, que está de pie en la popa con una pierna adelantada, utiliza su remo para dirigir la góndola en la dirección correcta. Fabricada con 280 piezas de madera, a medida del peso del gondolero, la góndola tiene un fondo plano y una forma estirada, ligeramente asimétrica, que permite al gondolero corregir la dirección de la góndola con un solo remo. Este remo se apoya en la forcola en ocho posiciones posibles (para dar a la góndola diferentes direcciones). Tallado en un solo bloque de madera, puede ser de peral, cerezo o nogal. En la cola de la góndola se encuentra el ferro, un elemento decorativo formado por seis dientes que representan los seis sestieri de Venecia: Castello, Santa Croce, Cannaregio, Dorsoduro, San Polo y San Marco. El séptimo diente, en el lado opuesto, es el de Giudecca. La curvatura del hierro sobre los dientes tiene la forma del tocado del dux, símbolo del poder y la protección que ejerce sobre la ciudad. Está protegido por pintura negra impermeable, aplicada en siete capas (¡una receta secreta!). Antiguamente, en la parte central de la góndola, donde se encuentran los asientos, se instalaba una pequeña cabina, el felze, durante la estación fría, un truco útil que protegía tanto del frío como de las indiscreciones del gondolero..

Las góndolas no siempre fueron negras. Antaño, estas hermosas embarcaciones se vestían con los colores más resplandecientes. La nobleza hacía tal alarde de lujo que, en 1633, la Repubblica Serenissima se vio obligada a promulgar un decreto que prohibía tales alardes de riqueza. Desde entonces, las góndolas han jugado la carta de la sobriedad.

Las góndolas se siguen fabricando en los pocos squeri, los últimos astilleros que sobrevivieron a la llegada del vaporetto. Entre los pocos que aún funcionan está el squeri de San Trovaso, el más conocido, y en el río Muti, en Cannareggio, San Pietro di Castello y Dorsoduro, el squero Tramontin, famoso por la longevidad y belleza de sus góndolas. Estas curiosas estructuras de piedra y madera ennegrecida por el humo siguen a menudo solas en el paisaje urbano veneciano, con sus anchas rampas que se extienden hacia el agua para permitir el deslizamiento de las embarcaciones. Con la misma destreza técnica que antaño, aquí la madera se madura, se dobla, se calafatea... En resumen, las góndolas se siguen reparando y construyendo, con la esperanza de que este legendario saber hacer perdure el mayor tiempo posible.