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Estocolmo: ciudad verde, parques nacionales y derecho de acceso a la naturaleza

El "derecho de todos"(allemansrätt) permite a todos en Suecia circular libremente por la naturaleza -en espacios públicos y propiedades privadas- y recoger bayas y setas. Este derecho consuetudinario refleja una concepción de la naturaleza como patrimonio compartido, que también se da en Estocolmo. La urbanización de la ciudad ha sabido acomodarse a su entorno, ya que el 95% de sus habitantes vive a menos de 300 metros de un espacio verde. En 1995, la capital también creó el primer parque nacional urbano del mundo, el Parque Nacional Urbano Real (Kungliga nationalstadsparken), también conocido como Ekoparken. Con una superficie de 27 km2, incluye tres parques reales (Djurgården, Hagaparken y Ulriksdalsn) y se extiende por los municipios que rodean la capital. Destino popular para los habitantes de Estocolmo, es accesible a pie, en bicicleta y en transporte público (autobús, tranvía y barco). El parque nacional de Tyresta, también accesible en transporte público, alberga un bosque antiguo y es un popular destino de senderismo para los habitantes de la ciudad.

Una ciudad con emisiones positivas de carbono para 2030

Suecia está sufriendo los efectos del calentamiento global, con un aumento anual de las temperaturas que duplica la media mundial. En 2018, el país sufrió una ola de calor sin precedentes, que provocó graves sequías e incendios forestales, y la necesidad de importar cereales. En la capital, ha sido una Navidad sin nieve tras otra. Pero la ciudad, que acogió la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente en 1972 (a la que siguió la Declaración de Estocolmo) tomó medidas concretas desde el principio para embarcarse en la transición ecológica. La década de 1970 fue una época de creciente concienciación medioambiental, con la publicación del informe Meadows (Los límites del crecimiento), y también la primera crisis del petróleo. Fue entonces cuando Suecia inició una política proactiva para limitar su dependencia de los combustibles fósiles. Ésta se basaba en parte en el desarrollo de energías renovables (hidroelectricidad, biomasa, residuos, energía eólica). El 90% de sus edificios están conectados a redes de calefacción urbana (alimentadas principalmente por biomasa y residuos), y el 36% de sus autobuses funcionaban con biogás en 2015. El barrio ecológico de Hammarby Sjöstad, situado en el sureste de la ciudad, se basa sobre todo en la eficiencia energética de sus edificios y en un sistema de aspiración de residuos en galerías subterráneas, que ha suprimido el sistema de recogida de vehículos. En 2020, Estocolmo fue elegida "ciudad más inteligente del mundo" por su aplicación del proyecto europeo "GrowSmarter", que incluye la renovación del barrio de Valla Torg, basada en "smart grids", redes conectadas que permiten gestionar en tiempo real los residuos, la calefacción y el transporte. Stockholm Royal Seaport es un proyecto de ecobarrio cuya finalización está prevista para 2030. Supone la reconversión de un solar abandonado en una zona residencial "inteligente" y energéticamente eficiente. La ciudad de Estocolmo quiere utilizar las innovaciones tecnológicas para poner en común sus redes, optimizar la gestión de su calefacción urbana y calentar el 10% de sus viviendas recuperando el calor de sus centros de datos. La ciudad pretende incluso ser carbono-positiva en 2045 y, por tanto, climáticamente neutra.

Mejora de la calidad del agua dulce y del Mar Báltico

Los vertidos agrícolas contribuyen a la eutrofización de ríos, lagos e incluso del mar Báltico, donde pueden verse "zonas muertas". Mar cerrado y poco profundo, el Báltico sufre la contaminación de los distintos países que lo bordean. A la contaminación agrícola se suman los vertidos industriales y de la navegación. El Convenio de Helsinki, que reúne a los 9 países ribereños del Báltico, ha establecido un programa de acción concertada para el periodo 2007-2021 con el fin de luchar contra la contaminación y proteger la biodiversidad del mar.

Hacia una mayor sobriedad

El país recicla el 99% de sus residuos, gracias a un enfoque avanzado de la economía circular y a incentivos financieros. También ha surgido un centro comercial dedicado exclusivamente a la venta de artículos de segunda mano a una hora en tren de la capital. Esta tendencia se asemeja al Lagom, un cierto arte de vivir basado en el "término medio" y la sobriedad. La köpskam, o "vergüenza de comprar", también ha hecho su aparición en un país donde la sociedad de consumo sigue muy viva.

Movilidad suave

Estocolmo es accesible en tren y en bicicleta. La capital cuenta con más de 750 km de carril bici. EuroVelo 10, la ruta ciclista del Báltico, atraviesa la ciudad, proporcionando una ruta ciclista europea señalizada y accesible para todos. El transporte público y la intermodalidad también están bien desarrollados en la capital sueca. Estocolmo introdujo una tasa de congestión tras un referéndum celebrado en 2006, y ha experimentado un descenso significativo del tráfico rodado y de la contaminación por partículas finas. Flygskam, o "la vergüenza de coger el avión", se desarrolló a raíz de los Acuerdos de París sobre el cambio climático. Más que una emoción, el término describe una actitud basada en el deseo de combatir el calentamiento global, seguida de la acción. En los últimos años, Suecia ha experimentado un aumento significativo de los viajes en tren y un descenso del número de vuelos nacionales, debido también a otros factores, como la fiscalidad de los billetes de avión en 2018. Gracias a las inversiones realizadas desde 2022, es posible viajar de Estocolmo a Berlín en tren nocturno durante 16 horas.

Greta, una figura destacada del activismo climático

Por último, no podemos concluir este capítulo sin mencionar a la joven activista sueca Greta Thunberg, que inició las huelgas climáticas delos Viernes por el Futuro en 2018, y que ha arrastrado a su estela a toda una parte de la juventud mundial. La joven activista sueca, que vive en Estocolmo, también ha creado una fundación que apoya proyectos en todo el mundo. En 2022, junto con más de 600 jóvenes, presentó una denuncia contra el gobierno sueco por inacción climática.