Jakarta, capital de la cuarta nación del mundo por su población, cuenta con más de 10,6 millones de habitantes, 30 millones si se cuenta con jabotabek (su gran suburbio). No hay mucho que ver, pero hay mucho que hacer. Los indonesios lo llaman "el gordo durian", en referencia a este fruto rey en Asia, pero que es extraño para el palacio y las nasas de los occidentales.Yakarta -una de las megapolas más contaminadas del mundo, ruidosas, agotadoras, pobres, suaves, asfixiantes-no tiene nada para atraer al turista. No hay maravilla arquitectónica como el Gran Palacio en Bangkok, de cultura urbana fascinante como en Singapur, marcas históricas fuertes como en Pekín. Yakarta es simplemente una inmensa ciudad de un país en desarrollo. Seguramente llegarás a Yakarta por avión en el aeropuerto Sukarno-Hatta. En el taxi que te lleva a Yakarta, pasarás por una autopista de peaje y luego te detendrás en los múltiples embotellamientos creados por una circulación loca (el metro está previsto para 2019-2020), te sentarás en kampungs (barrios) y verás las grandes avenidas de la gigantesca ciudad iluminada por millones de luces, ya que la noche cae muy pronto. Al bajar del taxi climatizado, tendrás un intenso calor y un motor aromatizado de especias y de basura…La inmensa riqueza coadyuva aquí a la pobreza, la modernidad de los rascacielos esteriliza los cargadores que se rompen la venina en el puerto de Sunda Kelapa, y el lujo insolente de los grandes hoteles se acallan de la salva de las cloacas y de los barrios de chapa ondulada insalubres. Yakarta, con sus fabulosos barrios residenciales, se caracteriza por sus contrastes. Muchos son los niños que duermen en la calle y que, a pesar de todo, mendizan algunos peones. A dos pasos, los malditos, los centros comerciales, repletos de tiendas de lujo y de moda, han empujado como champiñones.Con la crisis monetaria que surgió hacia finales de 1997 y que provocó la caída de la moneda, Yakarta se convirtió en el laboratorio de las causas perdidas y de las ansiedades futuras; contiene en su seno todos los encantos y todos los maleajes de un inmenso polvorín. Por otra parte, es imposible conocer el número de habitantes de la megalópolis; Oficialmente, habría 10,6 millones, cifra que podría llegar a 14 o 15 millones de euros durante el día, en la que todos los brazos buscaban trabajo. Porque Jakarta es un imán para millones de indonesios sin trabajo, a menudo sin cualificación, que esperan en la gran ciudad la promesa de un futuro mejor, si la ciudad se extiende sobre más de 20 km del norte al sur, el barrio de los negocios, las embajadas y los grandes hoteles se circunscribe a un perímetro muy limitado, el del triángulo de oro delimitado por la Jalán. Thamrin, Jalan Rasulah Said y Jalan Gatot Subroto. En primer lugar, en la capital se encuentra trabajo, donde se deciden los futuros modos, donde se codea a la gente del poder. Yakarta es un superlativo en total: la ciudad más rica, la más contaminada, la más poblada, la más pobre. Todas las etnias están representadas y, aunque es raro cruzar un Papou sobre Jalan Thamrin, la mezcla de culturas de todo el mundo (estadounidense, europeo y asiático) forma un ballet continuo.

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