Guía de viaje Koni

Dotado de un suelo rico en hierro, el Distrito de la Sabana es una zona de predilección para los herreros de Côte d'Ivoire. Se concentran en varios pueblos de la región de Poro, los más famosos son Kasombarga y Koni. Situado a unos quince kilómetros al norte de Korhogo, en la carretera que lleva a M'Bengué, Koni, un típico pueblo de fonombelis (herreros de extracción de hierro) tuvo hasta los años setenta unos quince altos hornos en funcionamiento, en los que trabajaban cerca de cincuenta artesanos. Algunos de estos altos hornos siguen ensuciando el paisaje circundante, pero se han vuelto inutilizables y recuerdan más a grandes termiteros abandonados. La mayoría de los herreros han cambiado efectivamente sus altos hornos por bueyes de arar, ya que el trabajo es tedioso y no paga mucho: como los aldeanos ya no pueden permitirse comprar estas artesanías y los turistas han abandonado la zona, los herreros no han podido luchar contra la llegada al mercado de objetos producidos industrialmente. La tarea del minero-siderúrgico sigue una tradición milenaria y se rige por códigos muy precisos: por ejemplo, la extracción sólo puede tener lugar en ciertos días sagrados, cuando se realizan ritos secretos antes de descender al pozo. En esta ocasión, los dioses reciben ofrendas. En primer lugar, el mineral se extrae de agujeros excavados en el suelo ferruginoso; generalmente a unos diez metros de profundidad, algunos de los cuales a veces alcanzan una profundidad de más de 20 metros. El artesano desciende con las piernas extendidas, colocando sus pies en las muescas talladas en el interior del eje. Para subir el mineral, los herreros a menudo forman una cadena y pasan cestas llenas de tierra mezclada. Después de la extracción, la tierra es lavada en el río y la materia prima aparece. La tierra que contiene hierro se amasa en bolas y se expone al sol durante un día. Los altos hornos pueden ser encendidos. El techo de paja de los altos hornos se apoya en tablones que permiten a los fundidores acceder fácilmente a la parte superior de la chimenea desde donde vierten los gránulos de hierro en el horno, mientras que las rejillas móviles de tiro permiten que el aire circule libremente. El calor hace que las bolitas se fundan y se aglomeren en bloques de hasta 40 kilos. Al día siguiente, el artesano limpia la base del alto horno y los bloques de metal se retiran con un empujador para su posterior procesamiento. El hierro es entonces batido para ser purificado y llevado de nuevo a los altos hornos y licuado de nuevo. El metal, más puro y maleable, se lleva al herrero que lo transformará en herramientas rudimentarias, instrumentos agrícolas, utensilios domésticos u otros (dabas, machetes, hachas, cuchillos...) vertiendo el metal líquido en moldes de tierra negra que se enfriarán y luego se romperán con un mazo. La herramienta en bruto será entonces trabajada y refinada usando limas, cinceles y otros utensilios. Frente a las crecientes necesidades de la población y a la industrialización de los métodos de producción, el mundo de la forja en el campo del norte está experimentando actualmente grandes cambios.Si lo desea, Soro Sionkaman, jefe del gremio de herreros artesanos de Koni, le mostrará el proceso tradicional de fabricación de herramientas desde la extracción del mineral en bruto hasta la entrega del producto acabado. Sin embargo, desde los acontecimientos, ya no ve pasar a mucha gente y los utensilios cansados que esperan a los tomadores en la terraza de su "expo-venta" no son exactamente de ayer.. Lo que está en juego y las consecuencias de estos trastornos que amenazan un arte ancestral que se ha transmitido de padres a hijos durante generaciones se analizan de manera pertinente en el estudio Forgerons de la région de Korhogo (Côte d'Ivoire): essai en anthropologie des techniques , publicado en 2012 por Philippe Duc (disponible en línea en esta dirección: http://doc.rero.ch/record/31734)