Este pueblo a los pies de Samsanbong es único por haber conservado un modo de vida tradicional, típico de la dinastía Joseon (1392-1910). La comunidad que una vez vivió allí seguía una religión sincrética, mezcla de taoísmo y confucianismo, que rechazaba toda forma de progreso. Los hombres siguen llevando ropas tradicionales, barba y pelo largo. Pero el turismo está arruinando poco a poco esta autenticidad. Por cierto, sólo tienen electricidad desde hace unos veinte años. Sin embargo, el pueblo ofrece un verdadero salto al pasado. Mucho mejor que en un museo, se puede descubrir la vida coreana de entonces (agricultura, juegos, aprendizaje de ideogramas chinos, etc.).Pero lo más interesante del pueblo está abajo. Hay un aparcamiento con restaurantes desde el que hay que subir 300 m hasta un muro bajo de piedra. En este punto, hay que esperar la visita guiada a Samseonggung, una fortaleza con toltap (torres de guijarros apilados) construida hace unos treinta años para preservar el espíritu tradicional coreano. Un joven con pelo largo y un gran sombrero de paja vendrá a darle la bienvenida (toque el gong si no viene nadie). Si va en grupo, le pedirá un representante que tendrá que ponerse un traje tradicional. Te explicará la historia del pueblo en coreano y te dará un sermón bastante virulento sobre los valores que se están perdiendo. Aunque no entiendas lo que te dice, verás cierta vergüenza en las caras de los turistas coreanos. A continuación, se pasa por una pequeña gruta, una pequeña sala con objetos folclóricos y un altar dedicado a Dan-gun, el legendario fundador de la nación coreana (-2333). Todo el mundo debe inclinarse ante su retrato. Si no te importa este acto, puedes hacerlo, pero no es obligatorio. No es en absoluto una tradición que sería de mala educación no respetar. Para los coreanos, es imposible negarse. Tuvimos la desgracia de negarnos, y nos obsequiaron con un sermón medio educado, medio agresivo, en el que se explicaba que Dan-gun era el abuelo de Buda (entre otros). A continuación hay que postrarse ante un dios celestial, pero si se ha evitado a Dan-gun, tampoco debería pasar nada por éste. Se pasa por una gran zona decorada con ollas de kimchi, piedras de molino y grandes cestas tejidas donde se celebran ceremonias. Este pueblo está a medio camino entre una reserva india y una secta tradicionalista, y dista mucho de lo que imaginamos que es la Corea tradicional.

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