EL JARDÍN DE MAJORELLEL
El espíritu del orientalista francés a través de un bucólico paseo por un jardín en el centro de la ciudad: suntuoso y único.
Embrujo es la palabra que mejor describe el jardín Majorelle. La belleza de sus plantas exóticas y la inventiva de su trazado hacen de este lugar una invitación a la contemplación. Este remanso de paz y verdor fue creado en la década de 1920 por el pintor francés Jacques Majorelle, botánico y gran amante de la flora marroquí. Tras llegar a Marrakech en 1917 para tratar su tuberculosis, Majorelle recorrió el país dibujando escenas de la vida cotidiana, antes de crear el techo del restaurante del hotel Mamounia y adquirir esta propiedad. En torno a su villa-taller, diseñada en 1931 por el arquitecto Paul Sinoir, hizo plantar las especies más raras, procedentes de Marruecos o de lugares más exóticos: buganvillas, plataneros, palmeras, bambúes gigantes, yucas, filodendros y geranios, entre otras especies. Tras la muerte de Majorelle en 1962, el jardín se deterioró y la exuberante vegetación fue replantada casi en su totalidad por los nuevos propietarios de la finca: el dúo Yves Saint-Laurent y Pierre Bergé. Ahora crecen más de 300 especies de plantas, en el suelo o en vastas y coloridas macetas surrealistas. YSL utilizaba el color como paleta creativa, y es en el jardín donde reposan las cenizas del modisto, fallecido en 2008. En los meses más cálidos, el jardín Majorelle se llena de visitantes que buscan un poco de aire fresco cerca de las innumerables pilas y estanques donde florecen papiros y nenúfares. El antiguo estudio del pintor, contiguo a una pérgola amueblada al más puro estilo Art Déco y con paredes de un sorprendente azul real (el famoso azul Majorelle), se ha transformado ahora en un pequeño museo de arte bereber, después de haber sido durante mucho tiempo un museo de arte islámico. Inaugurado en 2011, este museo de 200 m² alberga las colecciones personales de Pierre Bergé. Fascinado por la cultura y el arte bereberes, ha reunido aquí unos 600 objetos adquiridos durante sus diversos viajes, desde el Rif hasta el Sáhara. Se invita a los visitantes a descubrir la cultura de los imazighen (bereberes) a través de cuatro salas temáticas. Mapas, etiquetas explicativas (en francés, inglés y árabe), fotografías, películas de archivo y documentos audiovisuales acompañan la escenografía del recorrido. Para salir del museo, hay una pequeña librería que ofrece una buena selección de obras sobre esta cultura. Los ingresos generados por la fundación han permitido la construcción del museo Yves Saint-Laurent, situado al lado, que fue inaugurado en 2017 por la princesa Lalla Salma.
En arrivant il faut montrer le QR code reçu à l’entrée du jardin ( où on vous taxe votre bouteille d’eau, on se demande bien pourquoi ) puis à chaque entrée de musée !! Certes le jardin est joli et bien entretenu mais il ne propose essentiellement que des cactées. Le musée berbère met très bien en valeur les objets, les bijoux et les costumes malgré sa petitesse, le musée Saint Laurent propose quant à lui une collection de croquis de la main de YSL et de tenues originales du couturier. Photos interdites dans les deux musées.
La question est : y vais-je ou pas ? Il s’agit du musée le plus fréquenté de Marrakech donc on se laisse tenter. Je pense qu’il faut quand même donner son avis concernant rapport qualité/prix que je trouve déséquilibré !