Esta isla perdida en el Mar del Norte a 43 kilómetros de la costa puede ser objeto de una pequeña aventura. Sólo el desembarco en barca, por mar agitado, puede dejar recuerdos. Y luego las horas de barco para aterrizar en este pequeño trozo de acantilado golpeado por las hojas.Helgoland tiene un estatus aparte, aunque forma parte del Estado federado de Schleswig-Holstein. Ya no es Alemania, pero en ningún otro lugar. Si buscas tranquilidad de las islas, es mejor ir a las de Frise del Oeste o del Norte. En cambio, para contemplar desde arriba el azul, para tomar conciencia de lo que tiene la historia y para bañarse en el espíritu shopping de los jóvenes y sobre todo menos jóvenes alemanes, no hay mejor.Helgoland es la única isla alemana de pleno mar. Sobrealta, con acantilados de arenisca roja, domina el mar de unos 50 m. Se llega a Helgoland para pasear por las cresas. También para bañarse, en el segundo islote que forma el archipiélago, Troune, que acoge cada año decenas de miles de bañistas. Otra característica: la isla vive esencialmente de su condición de duty free. Por esta razón, las hordas de consumidores se precipitan desde la temporada alta para comprar en masa y devolver lo que pueden en el continente (del alcohol, en particular…), lo que da a la pequeña ciudad de Helgoland una atmósfera no siempre agradable.HistoriaHelgoland ha experimentado la explosión más violenta del mundo; fue medio dinamizada (queríamos borrarla totalmente del mapa) porque tiene una posición geoestratégica de elección, controlando el paso al Mar del Norte entre Alemania, Gran Bretaña y Dinamarca. Poblada de apacibles pescadores fritos, ha sido siempre el desafío de las luchas por un control del mar, por los vikingos, daneses, arzobispos de Bremme, príncipes de Holstein o piratas (entre ellos el legendario Klaus Störtebeker, que hizo su fief).En 1807, los ingleses toman el control, paralizando toda la fachada alemana del Mar del Norte, a la altura del Imperio Alemán emergente. Sólo en 1890, Inglaterra y Alemania lograron ponerse de acuerdo intercambiando Zanzíbar y Helgoland. Los románticos alemanes recuperaron lo que consideraban una parte integral de Alemania; las actividades balnearias se desarrollan. Y Alemania hace de la isla una cabeza de puente de su poder militar en Inglaterra, que lamentará su comercio en 1914-18.En 1939-45, Helgoland desempeña un papel importante en los bombardeos de Gran Bretaña. Al final de la guerra, los ingleses deciden hacer desaparecer este difícil islote. Tras haber evacuado a los indígenas, el 18 de abril de 1945, 1.000 aviones ingleses lanzarán durante 104 minutos 7.000 bombas en la isla, más 9.000 bombas submarinas, en total 6.700 toneladas de explosivo, récord hasta ahora sin precedentes. Pero las toneladas de hormigón de los refugios que los nazis habían hundido y la piedra compacta aguanta, y si una parte de la isla está barrida, la base sobrevivió. En 1952, las familias autóctonas podrán volver a la isla, mientras que el recuerdo de la explosión es uno de los más dolorosos de la memoria colectiva alemana.

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