La capital de Canadá debe su innegable carácter al sueño del Primer Ministro Sir Wilfrid Laurier de convertirla en el Washington del Norte. Sus edificios históricos, incluidos los edificios neogóticos del Parlamento, y sus numerosos espacios verdes la distinguen de otras ciudades norteamericanas. El Canal Rideau, que serpentea por el corazón de la ciudad, es un lugar popular para que residentes y visitantes se relajen. En 2017, con motivo del 150 aniversario de la Confederación Canadiense, la ciudad redobló sus esfuerzos para atraer visitantes. Y se nota. Los museos se han renovado, los restaurantes han florecido, los hoteles también, y los últimos barrios de moda (Hintonburg, Wellington West...) cuentan con todos los atractivos culturales y gastronómicos del momento. Situada en la frontera de Ontario y Quebec, esta serena ciudad ofrece al viajero lo mejor de ambas culturas.