Esta larga península, rocosa, montañosa y aislada, avanza como una bota en el Atlántico, entre las Bahías Placenta y Fortune. Fue la que dio acceso a los famosos bancos de Terranova. Se han desarrollado importantes industrias de pesca de altura, así como la construcción naval. Más allá, quedan los restos del antiguo imperio francés en América del Norte: San Pedro y Miquelón. En la carretera 210 se llega a Fortune.

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