"Donde hay juncos a la orilla del agua": así llamaban los nativos a este lugar, bendecido por los dioses. Es uno de los pueblos más antiguos de la costa sur y, en consecuencia, uno de los más pintorescos. Aquí empieza el mar: el agua dulce es ahora salada. Arthur Buies, el famoso periodista quebequés, solía decir: "Ir al agua salada significa ir a Kamouraska". Cuando la marea está baja, se puede cruzar a pie hasta las islas. También encontrará buena comida y artesanía: pescaderías, chocolaterías, panaderías, charcuterías, granjas, jabonerías, galerías de arte y tiendas de artesanía, y mucho más. Prepárese para pasar unas cuantas horas

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Terrasse en bordure du Saint-Laurent à Kamouraska. Valérie FORTIER
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