Pasando la isla de Mbamou, tras 20 minutos de navegación, se llega a otra isla mucho más pequeña, llamada Faignond en homenaje a su primer habitante, o al menos el primero que pasó a la historia, Emile Joachim Faignond. Está deshabitada y cobra vida los fines de semana. Hay una playa, cuyo tamaño varía según la temporada, y unas cuantas casetas de paja donde se puede comer y beber. Aquí descansa una clientela cosmopolita, entre comidas de convivencia y baños seguros en un brazo del río. Los operadores de piraguas suelen sugerir también una visita a los acantilados de Manguenguengé, no lejos de la isla, famosos por su roca calcárea de un blanco cegador.

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Fotos e imágenes Isla Faignond

Ile Faignond. Benoît Lognoné

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