Salé es un animado barrio de Rabat al que se llega fácilmente a pie, en barco o en tranvía. Tras un ataque de los españoles, un sultán meriní decidió fortificar la ciudad rodeándola de murallas, instalando un arsenal y excavando una cuenca conectada al uadi Bouregreg. El paso de los barcos estaba controlado por puertas defensivas. Así protegida, Salé fue una ciudad muy próspera hasta el siglo XVI. Luego, Rabat fue adquiriendo cada vez más importancia... hasta quedar totalmente eclipsada. Más tradicional que su hermana mayor, su medina, al otro lado del estuario del oued Bouregreg, ha conservado un fuerte carácter pintoresco. Apreciará perderse en sus estrechas calles encerradas en las murallas de piedra meriní. Al llegar desde Rabat, se encontrará con la puerta de Bab M'Risa: data de finales del siglo XIII y permitía el paso del canal que unía el centro de la ciudad con el uadi. En su época de esplendor, los caballos se dejaban al otro lado del uadi para venir a Salé. Hay que pasar allí al menos medio día, sin olvidar disfrutar de la vista de las playas de la ría desde las murallas. Cuando decida pasar unos días en Salé, estará a punto de vivir el auténtico Marruecos. Aquí, la vida no gira en torno al turismo, los comerciantes regatean con los habitantes. La ciudad es una ciudad dormitorio, ya que muchos de sus habitantes trabajan en Rabat. Durante mucho tiempo no era aconsejable pasear por Salé al anochecer. Hoy en día, esto parece estar desapareciendo.

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Vue sur Salé. Author's Image
Medersa (école coranique) du XIVe siècle. Atamu RAHI - Iconotec
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