MUSEU NACIONAL DE ARTE ANTIGA

Situado en el "palacio con ventanas verdes" que dio nombre a la calle, este museo de arte antiguo alberga una rica colección de maestros portugueses, pero también de pintores europeos de los siglos XVI al XX. También tiene una muy fina colección de orfebrería y cerámica. En cuanto al jardín del museo, evocado por Antonio Tabucchi en su libro Réquiem: ¡una belleza!

Para abrir el apetito, comenzará con un bonito lienzo de Boucher (el pintor favorito de Luis XV) en exquisitos colores rosas, antes de pasar a la sala de pinturas extranjeras: dos Courbet, incluyendo un paisaje de nieve que anticipa la técnica impresionista y la luz (no se exhibe aquí). Junto a él, un estudio de Fragonard, que (mejor que en sus lienzos acabados) revela la destreza y la rapidez del pintor para "morder" a su sujeto, y un estudio de Tiepolo.

En otra sala, entre las pinturas de la escuela flamenca , notarán un muy bello Pieter de Hooch (siglo XVI), titulado Conversación. No muy lejos, un Murillo (siglo XVII) del cual, del fondo absolutamente oscuro, emerge el místico rostro de Santa Catalina.

Una sala está dedicada a nueve pinturas de Zurbarán (siglo XVII) que representan a los apóstoles, pintadas con una aparente neutralidad, pero de hecho con un profundo realismo.

A su lado hay un hermoso retrato de Van Dyck (siglos XVI y XVII), un maestro en el campo. Más adelante, un Peter Bruegel (siglo XVII) mostrando una escena de "caridad", un pretexto, en el habitual enjambre del pintor y la increíble profusión de detalles, para mostrar las figuras de la miseria. Enfrente, una pintura muy interesante del siglo XVII de Pieter de Bloot (poco conocido), Cristo en la casa de Marta.

En la sala siguiente: dos imponentes retablos, entre ellos un Quentin Metsys (Vía Crucis, Deposición, Resurrección) y un Pieter Coeke Van Aelst (siglo XVI) con una composición más original.

A continuación, una sala milagrosa, un Cranach con una llamativa Salomé: noten el absoluto vacío de la mirada presentando la bandeja donde descansa la cabeza decapitada de San Juan Bautista (con un cuello particularmente realista), y el tríptico del Bosco alucinante: La Tentación de San Antonio.

En la sala siguiente, prestarán atención al lienzo numerado 1261, un rostro del Niño del siglo XVI (atribuido sin certeza al Maestro de las Medias Largas, Maestro de las Medias Sombras), lo que es muy sorprendente: el fondo está compuesto por una multitud de pequeñas pinceladas redondas en las que la sombra de la Virgen está cortada en la oscuridad.

Cerrando este primer piso se encuentra un suntuoso retablo de técnica y mano de obra: Santa Ana y la Virgen, de Ramón Destorrents (siglo XVI). Pasará junto a muebles portugueses, antes de perderse en la ensoñación frente a tres magníficas pantallas japonesas con nubes doradas y narrando el desembarco de los portugueses.

Llegaránentonces a un piso dedicado a la pintura portuguesa: además de un Descenso de la Cruz de Vasco Fernandes, surge una extraña curiosidad: El martirio de Santa Catalina (una decapitación muy realista). En respuesta, una pintura muestra la ascensión de Santa Catalina, cuyo cuerpo decapitado se coloca sobre un paño llevado por tres ángeles, el cuarto llevando la cabeza... Junto a un díptico y un tríptico atribuido a Nuno Gonçalves, llegamos finalmente a la obra maestra, de un autor desconocido de finales del siglo XVI. Ciertamente el más bello Ecce Homo en la historia de la pintura.