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On peut entrevoir le Paleis Op de Dam dans le film %22Le jeune fille à la perle%22 de Petre Webber © Anibal Trejo - Shutterstock.com .jpg

Ámsterdam, lejos de los focos

Adaptación de un clásico de la literatura popular, Ciske de Rat (Guido Pieters, 1955) es uno de los primeros grandes éxitos del cine holandés de posguerra, que hoy tiene poco más que valor documental por los breves atisbos que presenta de la Ámsterdam industrial. Fue rehecha en color en 1984, lo que también supuso un gran éxito. El retrato de un niño, íntima y trágicamente ligado a la historia de la ciudad, es un hito importante: en 1959 se estrenó una adaptación hollywoodiense de El diario de Ana Frank, de George Stevens, en la que Ámsterdam, por necesidad, sólo aparece en segundo plano. Olvidada por los cineastas holandeses, Ámsterdam apareció sobre todo en películas extranjeras. La chica de la ventana (Luciano Emmer, 1961), protagonizada por Lino Ventura, establece un paralelismo entre la situación de los mineros inmigrantes italianos que buscan un fin de semana de placer y la de las prostitutas del famoso barrio rojo de Ámsterdam. La serie de James Bond hizo una parada allí en Los diamantes son para siempre (Guy Hamilton, 1971), con algunas vistas de la ciudad, sus canales y el famoso Magere Brug. La estimulante comedia de espías Modesty Blaise (1966), de Joseph Losey, comienza con una vista de Ámsterdam desde lo alto del Havengebouw, las oficinas del puerto, y nos lleva por la ciudad tras los pasos de Monica Vitti. La serie B Marioneta de una cadena (1971) merece la pena verla sobre todo por su espectacular persecución en barco.

Paul Verhoeven, la encarnación del cine subversivo y transgresor

Verhoeven, cineasta neerlandés, hizo una aparición sensacional en la escena nacional en los albores de los años setenta. Provocador empedernido, hizo estallar los códigos del cine tradicional en unas pocas películas, antes de poner rumbo a Hollywood. Turkish Délices (1971), una especie de manifiesto antiburgués y alegremente obsceno que acaba en un melodrama sorprendentemente suave en medio del verdor del Vondelpark, sigue siendo el mayor éxito de taquilla de una película holandesa. También reveló a Rutger Hauer en el papel protagonista, que llegaría a convertirse en una estrella internacional. Verhoeven se ocupó después de las tribulaciones de una joven condenada a la prostitución(Katie Tippel, 1975), de los bastidores de la Segunda Guerra Mundial y de la resistencia holandesa con el mismo gusto por la provocación(Soldado de Orange, 1977), tema que volvió a abordar a su regreso a Holanda en 2006 con Black Book. Síntoma de una época marcada por la revolución sexual, el cine neerlandés de la época se distinguía por su libertinaje y su gran libertad de tono, rompiendo tabúes sin tapujos, pero sin producir ninguna película verdaderamente memorable, a excepción de las de Verhoeven. Una curiosa película francesa de la misma década es Barocco (1976) de André Téchiné, protagonizada por Gérard Depardieu e Isabelle Adjani, en la que Ámsterdam interpreta el papel de una ciudad imaginaria del norte de Europa, dándole un rostro singular, casi fantástico. Menos interesante desde el punto de vista cinematográfico es la película Amsterdamned (Dick Maas, 1986), un thriller farsesco que nos lleva tras la pista de un asesino en serie a través de los canales de Ámsterdam, parcialmente reconstruidos en Utrecht o Leiden. El bebé de Mâcon(1994), de Peter Greenaway, que más tarde se instaló en la ciudad, está rodada en parte en la Oude Kerke (la antigua iglesia de Ámsterdam), y será de interés para los aficionados al formalismo fastuoso, a veces hasta el exceso, típico del cineasta. Entretanto, Johan Van der Keuken se ha convertido en el máximo exponente de la escuela documental holandesa, en particular con Amsterdam Global Village (1996), un documental amplio y experimental sobre una Amsterdam cosmopolita y abigarrada.

El ascenso del cine holandés

Los últimos años no han traído cambios notables, salvo un ligero resurgimiento del cine holandés, como atestigua De Heineken ontvoering (Maarten Treurniet, 2011), inspirada en el secuestro de un miembro de la familia Heineken. Riphagen (2016), retrato de un célebre gángster holandés y colaborador nazi, confirma un cierto savoir-faire por parte de Pieter Kuijpers, que anteriormente se distinguió con el thriller tenso TBS (2008). Las producciones internacionales siguen acudiendo a Ámsterdam en busca de un telón de fondo pintoresco o excéntrico: las comedias sobre jóvenes extranjeros al acecho o las películas sobre el tráfico de personas son casi subgéneros específicos de la ciudad. Ocean's Twelve (Steven Soderbergh, 2004) y Layer Cake (Matthew Vaughn, 2005) son sólo dos ejemplos. La joven de la perla (Peter Webber, 2003), ambientada principalmente en Delft, pero con vistas al Paleis op de Dam y otros lugares ilustres, es testigo de un renovado interés por la rica historia de la pintura flamenca. Charles Matton escribió un biopic sobre Rembrandt en 1999, y Greenaway dedicó una película de ficción del mismo título a la famosa "Ronda de noche" en 2007. El Rijksmuseum, que alberga el cuadro, aparece en la adaptación del bestseller juvenil Nuestras estrellas opuestas (Josh Boone, 2014), al igual que la casa de Ana Frank y un banco del Leidsegracht, convertido desde entonces en lugar de peregrinación para los enamorados. La capital holandesa está siendo redescubierta poco a poco y, como muestra de su nueva vitalidad y carácter internacional, series de todo el mundo la han elegido como escenario, como la segunda temporada de Sense 8 o Baptiste, protagonizada por Tchéky Karyo y basada en la serie británica The Missing. Los fans de Bollywood querrán echar un vistazo a Queen (Vikas Bahl, 2013), en la que el viaje iniciático de una joven india de familia tradicional acaba en Ámsterdam. Alex Van Warmerdam, uno de los cineastas neerlandeses con mayor representación internacional en el circuito de festivales, con predilección por lo absurdo y lo cruel, se ha mantenido hasta ahora alejado de la capital holandesa, que sigue pareciendo rica en futuros descubrimientos.