A 220 km de Budapest, Gyula, situado cerca de la frontera rumana, es un paso fronterizo entre los dos países. Esta ciudad de 31.000 habitantes ha tenido en el pasado más que su partida de invasores y maestros extranjeros. En la segunda mitad del siglo XIV, Gyula era el centro de un inmenso dominio privado perteneciente a la familia Maróthi, que construyó un poderoso castillo fuerte así como la iglesia y la abadía de franciscanos (destruidos desde entonces). Tras la extinción de la familia, el dominio se convirtió en propiedad estatal. Mátyás Corvin, gran rey del Renacimiento, le regaló el terreno a su hijo János Corvin. La familia Corvin se apagó a su vez en 1510, y el castillo fuerte conquistado por las tropas de Dósza pasó en 1530 bajo control de Transilvania. En el siglo XVI, obras importantes transformaron la fortaleza en un castillo principesco y la ciudad recibió el nombre de Nagygyula (Gyula la Grande). En 1566, el castillo y el resto de Hungría pasaron bajo dominio turco. El auge de la ciudad fue arrestado neto bajo los nuevos amos, y el castillo sólo fue liberado 130 años después. Tras la salida de los turcos, la región fue repoblada de húngaros procedentes de otras regiones; los alemanes y los rumanos también se instalaron allí. Los alemanes fundaron su propia ciudad, y en 1857 la ciudad alemana de Nemetgyula se reunió con la ciudad húngara de Magyargyula. Tras la Guerra de la Independencia, durante la Revolución de 1849, Gyula volvió a experimentar un período de declive. Al desenlace desafortunado de esta guerra, ante el ejército zarista venido a prestar mano-a la de los Habsburgo, 1.300 soldados húngaros tienen que dejar sus armas en el castillo. Después de la Primera Guerra Mundial, tras el Tratado de Trianon, Gyula perdió su importancia. La ciudad sólo salió de la sombra en 1959, gracias a la apertura de los baños termales en su castillo.Hoy, Gyula conserva sus barrios alemanes, rumanos y húngaros, que han conservado su antiguo plan de ocupación de suelos de siglos. El canal Előviz corta a través de la ciudad siguiendo el antiguo curso de uno de los numerosos brazos del río Kőrös (antes de la regulación de las aguas del siglo XIX). Sus bordes verdes, bordeados de árboles, ofrecen agradables paseos. Una de las especialidades gastronómicas de la ciudad es la salchicha de Gyula, con la que rivaliza la csaba picante de Békécsaba. No te pierdas la famosa pastelería Százéves Cukrászda, de 1841, que conserva su mobiliario del siglo XIX.

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