Alrededor de 1830, Cahuita era sólo un campamento base en el camino a Panamá, un poco más al sur que el sitio actual. Más tarde, el asentamiento se amplió cuando un puñado de jamaicanos llegó a instalarse en la costa. Poco a poco, estos primeros habitantes emigraron al norte, a lo que hoy es Cahuita, que se ha convertido en un animado centro turístico en la última década. Su calle principal es una sucesión de hoteles y restaurantes. Afortunadamente, Cahuita recupera su aspecto de pueblo costero en cuanto se sale de él, con senderos que conducen a las playas y alojamientos de los alrededores, así como al parque, la principal atracción. Único en el país, el Parque Nacional de Cahuita es ejemplar en su gestión sostenible, compartida entre la comunidad local y el gobierno. Un entorno excepcional, entre sus idílicas playas, sus bosques que albergan una fauna que nos gusta observar (monos, perezosos, mapaches...) y sus aguas cristalinas que albergan el arrecife de coral mejor conservado del Caribe, donde podemos encontrarnos con tiburones, tortugas y rayas. En la ciudad, también se puede disfrutar de un ambiente único y exótico cuando se va fuera de temporada, cuando las playas están desiertas y la vida local se impone, entre rastas, pescadores (a menudo los mismos) y expatriados bien establecidos. Un lugar que no debe perderse bajo ninguna circunstancia, sobre todo por su especial ambiente afrocaribeño y sus idílicas playas Un viaje dentro de un viaje.

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