TEATRO NACIONAL
La mayor sala del país -y el orgullo de los Costaricains- ha sido catalogada monumento histórico desde 1965. Se encuentra a minutos a pie de la estación de tren, de la estación de tren y de la catedral, de la ópera, de la ópera-cómica y de la zarzuela. Su existencia es consecuencia de la deserción de una de las más famosas cantantes de finales del siglo XIX, Adelina Patti, debido a la falta de una sala adecuada en Costa Rica. A principios de 1890, un grupo de agricultores y comerciantes de café se cotiza para permitir la construcción de este teatro. El presidente de entonces, José Joaquín Rodríguez, se conmocionó y aceptó el proyecto en mayo de 1890, financiando la financiación con una contribución estatal y un impuesto especial sobre las exportaciones de café. La concepción y la aplicación fueron encomendadas a arquitectos belgas y la decoración a los italianos (Andreoli, Serra, Ferrando, Guevander, Ferrario y Fontana). La dirección de los trabajos se encuentra en las manos de Costaricains (Miguel Angel Velásquez, Luis Matamoros y Nicolás Chavarría), secundados por arquitectos de origen alemán (Pedro y Fernando Reigh), el maestro de obra Antonio Varela. El Presidente Rafael Iglesias inauguró el Teatro Nacional el 19 de octubre de 1897, tras siete años de obras. La primera representación fue el Fausto de Gounod.
La fachada renacentista del teatro, a la derecha del estilo arquitectónico de moda en Europa y América Latina, recuerda la fachada de la ópera-Comique de París. Las tres lealtades (música, danza y renombre) que adornan el timpano, esculpidas por el italiano Bulgarelli, fueron sacadas de la fachada, restauradas y colocadas en el vestíbulo de entrada y en el gran salón de arriba. Los genios de la Literatura y de la Música, bajo los rasgos de Pedro Calderón de la Barca (poeta dramático español) y de Beethoven, rodean el portico de entrada. El vestíbulo, la escalera de honor, el hogar y la sala no son más que mármol y oro cincelados. En las lealtades pintadas por artistas italianos en las paredes y los techos se llega a todas las musas de la creación. Tras el violento terremoto del 22 de abril de 1992, hubo que restaurar el teatro, muy dañado.
Des peintures aux murs, aux plafonds. Ne pas oublier de regarder ses pieds : azulejos extra.
Endroit magique.