MONASTERIO DE GANDEN
Podrá cruzar el puente de Lhasa y seguir la carretera principal a Mazogongar. A medio camino, gira a la derecha y sólo 2 km más lejos, de nuevo a la derecha. Una carretera con alfiler de pelo ofrece unas magníficas vistas al valle, y el monasterio se descubre poco a poco en la cima. Esperen los últimos cien metros para tomar la foto. Tsonkhapa establece su monasterio principal, en 1417, en el monte Drokri que rebautiza Ganden (el paraíso de la alegría), la tierra pura del buda del futuro. Elige a Gyeltsab Je para sucederle y le da el título de Ganden Tripa, que será el título más alto en el orden gelugpa. Es un puesto de cinco años y sólo puede atribuirse a una gestación, ya abbé de Sera o de Drepung. En 1959, el monasterio contaba con 5.000 monjes y 70 edificios. Durante la Revolución Cultural se obliga a los tibetanos a derribarlo. Así se afeitó este símbolo de la potencia gelatina. La reconstrucción comenzó en 1984, con fondos privados y continuó de forma espectacular hasta los últimos años. Tres templos y numerosos edificios de viviendas que pueden acoger a los 270 monjes se vuelven a colocar en un lugar grandioso.
El principal interés de Ganden es su situación de nido de águila colgada en la cima de la montaña. Sus ruinas en las que se dibujan algunos edificios nuevos muestran la grandeza de su pasado. La visita es bastante rápida. A veces resulta difícil imaginar que las paredes no tienen más de diez años cuando entramos en estas salas oscuras donde reina la atmósfera característica de los lugares más antiguos. Todo se ha vuelto a hacer, idéntico al pasado, como si se hubiera suprimido el tiempo. Ni siquiera el remanente que contenía el cuerpo embalsamado de Tsongkhapa no pudo salvarse de los Guardias Rojos. Se dice que una vez al año se tomaba una pequeña parcela de la momia para hacer pastillas sagradas y que la momia se reconstituía sola. Un día se vio que el cuerpo no se había vuelto a hacer como de costumbre y se cerró definitivamente el remanente. Hace unos años se ofrecía a los peregrinos de paso una huella en la tsampa de un diente de Tsongkhapa, encascada en un mandala. Ahora ya no es visible. Atención, el acceso a la sala de los protectores está prohibido a las mujeres. Tras la visita del monasterio, no hay que dejar de recorrer la torre de la Drogri (montaña de los pastores) (lingkor) a pie, por la izquierda. Este recorrido de aproximadamente una hora ofrece un panorama único en la llanura donde convergen cinco ríos.