Protección de los espacios naturales
Si la protección de la flora y la fauna es una cuestión urgente, también lo es la de los espacios naturales del Dodecaneso. Las iniciativas Natura 2000 y Bandera Azul han ayudado en este sentido, pero siguen siendo demasiado marginales en unas islas cada vez más sometidas a la presión turística marítima y terrestre. La protección del medio ambiente se ha vuelto aún más crucial tras los trágicos incendios forestales y forestales que asolaron hectáreas de terreno en la isla de Rodas durante el verano de 2021 y aún más en julio de 2023. Aunque el Gobierno ha reconocido deficiencias en la respuesta a los incendios, ha tardado en poner en marcha las soluciones preventivas necesarias, entre ellas el mantenimiento regular de los bosques y la contratación a gran escala de guardas forestales. Tras el trauma de la evacuación masiva de julio de 2023 en Rodas, es de esperar que la emergencia climática y la protección de los espacios naturales se hayan convertido ahora en una prioridad para todos.
Una política energética en movimiento
Uno de los principales inconvenientes de la política medioambiental griega es su dependencia de los combustibles fósiles. Un tercio de su electricidad procede de la combustión de lignito, una forma agotada de carbón. Sin embargo, el país lleva más de diez años desarrollando energías renovables. Las presas hidroeléctricas y las instalaciones solares y eólicas le permiten producir otro tercio de su electricidad. La energía solar, en particular, está muy desarrollada en Grecia. Pero existen dudas sobre su capacidad para cerrar todas sus centrales eléctricas de carbón de aquí a 2028, como ha prometido el Gobierno. En este contexto, tres islas del Dodecaneso están abriendo camino a escala nacional e internacional. Destaca Tilos, que en 2017 puso en marcha un sistema híbrido de producción, almacenamiento y distribución de energía verde (eólica y paneles fotovoltaicos) con el objetivo de alcanzar la autosuficiencia en energías renovables. Este proyecto piloto ha sido seleccionado para representar a Grecia en la COP 21. Astypalaia también es noticia: junto con el Gobierno griego y Volkswagen, está realizando la transición hacia un transporte renovable totalmente eléctrico (eólico y solar), haciendo hincapié en el uso compartido de vehículos. Halki, por su parte, se ha asociado con Citroën, que ha equipado a su policía local con varios coches eléctricos y sin carné AMI.
Residuos mal gestionados
El otro gran inconveniente de la política medioambiental griega es la gestión de residuos. Hay muchos vertederos ilegales y, aunque la situación ha mejorado en los últimos años, la infraestructura para tratar los residuos peligrosos se considera inadecuada. Los griegos no clasifican los residuos con suficiente seriedad, y sólo se recicla el 16% de los residuos, frente al 44% de media europea. La culpa también la tienen los turistas, que abandonan colillas, botellas y latas en las playas. Treinta y seis toneladas de plástico aterrizan en los mares de Grecia cada día, según el Gobierno, que se ha embarcado en un plan para reducir estos residuos. En 2018, los supermercados empezaron a cobrar por las bolsas de plástico, lo que redujo su uso en un 90% entre una población reacia al cambio. El Gobierno actual ha puesto en marcha una política para reducir los plásticos de un solo uso, prohibiéndolos en julio de 2021 para reducir los microplásticos que se encuentran en los mares, con el objetivo de reducir su uso en un 60% para 2026.
Pero también en este caso, son las iniciativas locales las que están teniendo un mayor impacto, con Tilos, como siempre, a la vanguardia de los avances medioambientales. La isla, siempre a la vanguardia, ha suprimido su vertedero y ha hecho la transición a cero residuos. Ya es la primera isla sin residuos, gracias a un proyecto del ayuntamiento y la empresa ecológica Polygreen.