Chora está indisolublemente ligada a los inicios del cristianismo: el monasterio de San Juan el Teólogo y la Gruta del Apocalipsis, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, bien merecen una visita. Hay que perderse y vagar sin rumbo por esta ciudad bizantina fortificada para captar instantáneas, rostros y siluetas en la penumbra de una puerta abierta. Laberíntica, misteriosa, incluso hechizada al caer la noche, Chora desprende una atmósfera única. ¿Es la imponente austeridad del monasterio de San Juan el Teólogo o las cegadoras y secretas calles encaladas las que dan esta impresión? Si quiere adentrarse en el cerrado mundo de Chora, tendrá que hacerlo día y noche. Los ricos comerciantes y capitanes de la isla construyeron aquí suntuosas villas a partir del siglo XVI. Pero para evitar atraer a ladrones o envidiosos, las fachadas se mantuvieron sobrias, idénticas a las de los residentes más desfavorecidos de la ciudad. Desierta por sus habitantes, Chora sigue siendo la capital de la isla, como demuestra la bonita plaza del Ayuntamiento. A Chora se llega a pie por un antiguo camino bizantino de piedra que une Skala con la Cueva del Apocalipsis y el monasterio. Cuidado, el camino es empinado y no tiene sombra. En verano, hay autobuses entre Skala y Chora cada hora aproximadamente, de la mañana a la noche.

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Site de la Grotte de l'Apocalypse, Patmos Chora. PanosKarapanagiotis
Chora, vue sur le monastère de Saint-Jean le Théologien. Freeartist
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