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Barri Cotoc, Carrer del Bisbe © Eva-Katalin - iStockphoto.com.jpg

Un modelo de ciudad sostenible

Barcelona lleva mucho tiempo preocupada por las cuestiones medioambientales. A principios de la década de 2000, la ciudad adoptó un ambicioso programa de energías renovables, instalando paneles solares fotovoltaicos y térmicos en todos sus edificios nuevos. Hoy prosigue sus esfuerzos, con el objetivo de convertirse en una ciudad completamente "libre de carbono" en 2050. A partirdel 1 de enero de 2020, los vehículos de gasolina fabricados antes de 2000 y los diésel fabricados antes de 2006 no podrán circular por las carreteras de casi toda la comarca del Barcelonés. Esta "zona de bajas emisiones" de 95 km² abarca toda Barcelona, a excepción de los distritos de Vallvidrera, el Tibidabo, les Planes y la Zona Franca Industrial, así como algunos barrios de los municipios colindantes: l'Hospitalet de Llobregat, Sant Adrià del Besòs, Esplugues de Llobregat y Cornellà de Llobregat.

La ex alcaldesa Ada Colau había pensado en introducir una tasa de congestión para limitar aún más drásticamente el tráfico, pero el proyecto nunca se llevó a cabo. Al mismo tiempo, el transporte público y la bicicleta se expanden. La ciudad cuenta ahora con una red de 204 kilómetros de carriles bici. En 2007 se introdujo Bincing, un sistema de autoservicio de alquiler de bicicletas, pero por desgracia no es accesible a los turistas. Hay 17,71 m² de espacios verdes por habitante, incluidos 86 parques y jardines. El Parque Natural de Collserola es uno de los parques metropolitanos más grandes del mundo. Junto con la colina de Montjuïc, proporcionan a la ciudad un verdadero respiro. De los 235.000 árboles de la ciudad, de 150 especies diferentes, los más comunes son la encina y el pino carrasco. Desde 2001, los parques y jardines se mantienen de acuerdo con la norma ISO 14001, que garantiza la gestión sostenible de estos espacios. Hay 75 especies de aves, y no es raro cruzarse con murciélagos y erizos en la ciudad.

Aguas turquesas amenazadas por el plástico

En 2023, cuatro de las diez playas de Barcelona (Bogatell, Mar Bella, Nova Mar Bella y Sant Sebastià) habían obtenido la Bandera Azul, un distintivo internacional que garantiza la excelente calidad del agua. La calidad de las demás playas es, no obstante, muy buena. Las rocas albergan una fauna marina sana: salpas, sargos, salmonetes y, ocasionalmente, algunas especies de rayas. También hay invertebrados, como estrellas de mar, erizos, pepinos de mar y anémonas de mar. Para aprenderlo todo sobre el litoral, hay que visitar la playa familiar de Somorrostro. Hay un centro de educación medioambiental para niños y adultos, con talleres, visitas y juegos organizados de marzo a septiembre.

La posidonia, un valioso aliado contra el cambio climático

Desde 2004 se han instalado arrecifes artificiales frente a la playa de la Barceloneta. Cubren una superficie de 10 km², con 360 módulos que imitan el fondo rocoso para dar cobijo a la flora y fauna marinas. El objetivo es atraer especies típicas del litoral barcelonés, como sepias, calamares, fletanes y lubinas.

Otro elemento a proteger es la posidonia, una planta submarina (no alga) que almacena carbono C. Se encuentra en el Mediterráneo, pero sólo ocupa una superficie de 92 km² en el mar catalán. Se ha producido un aumento desde principios de la década de 2000, debido a las mejoras en la calidad del agua, pero todavía hay margen de mejora. El Ayuntamiento de Barcelona se ha comprometido a proteger la posidonia y está fomentando la expansión de las "praderas" de posidonia en los municipios vecinos del Garraf y el Maresme, que limitan con la ciudad de este a oeste.

La guerra del plástico

Al igual que otras costas, las aguas de Barcelona están amenazadas por el mal de nuestro siglo: los residuos plásticos. En el mar, estos residuos se descomponen en microplásticos, extremadamente peligrosos para la vida marina. Barcelona es la región más afectada por esta contaminación en el Mediterráneo. Por eso la ciudad se ha embarcado en una iniciativa de "Residuo Cero", con el lema: "El mejor residuo es el que no producimos". Se invita a los bañistas a prescindir de los envases de un solo uso y a utilizar las papeleras. Los chiringuitos sirven ahora bebidas en vasos reutilizables y retornables.

Con sólo el 30% de los residuos recogidos en contenedores separados, Barcelona está muy lejos de su objetivo del 50% de residuos reciclados para 2020. Esto no le ha impedido adoptar una nueva estrategia de lucha contra los residuos, con el objetivo de alcanzar el 55% de residuos clasificados en 2025. Entre otras medidas, las autoridades locales pueden desarrollar la recogida individualizada de residuos e introducir impuestos vinculados al volumen de residuos domésticos para animar a la gente a clasificar sus residuos.

¿Los locales frente a los turistas?

Los cruceros vierten al agua sustancias peligrosas para la salud humana y los ecosistemas, sobre todo dióxido de azufre. La ex alcaldesa no ocultó su deseo de limitar el número de autorizaciones concedidas a estos buques para atracar. Intentó convencer al gobierno central, responsable de la gestión de los puertos, pero a finales de octubre de 2023 (Jaume Collboni es desde entonces el nuevo alcalde de Barcelona) no se había aprobado ninguna ley en este sentido.

Una ciudad amiga de las verduras

La lucha contra el calentamiento global pasa también por reducir el consumo de carne. La ciudad de Barcelona lo ha entendido. La ciudad se declaró "veggie-friendly" en 2016 y promueve una dieta vegetariana. Los establecimientos administrativos y públicos de la ciudad no sirven carne los lunes.

En cuanto a frutas y verduras ecológicas, la cadena Veritas es la más extendida en España. Otra buena idea: la asociación Slow Food Barcelona organiza todos los sábados un "Mercado de la Tierra" en el Parc des Tres Xemeneies, en el barrio del Poble Sec. Aquí se pueden encontrar productos respetuosos con el medio ambiente, ofrecidos a "un precio justo para quienes los compran y producen", según los organizadores.